viernes, 11 de noviembre de 2011

Hábitos y Divagaciones




De: Laura Martínez Domínguez

El gato esta sobre el televisor, hace una semana que esta sobre él, la mujer ha tratado de convencerlo con llenados de tazón rebosantes, pero al parecer el gato busca algo… algo que perdió quizá en otra vida.

La mujer lo deja, y se acomoda en el diván anaranjado entonces el reloj le marca una hora que carece de nostalgia y está llena de dudas… la mujer piensa en los hábitos de sus últimos días, en aquellos que no se puede arrancar fácilmente, porque siempre termina volviendo a ellos.

Busca al libro rosado… lo encuentra debajo del diván anaranjado… hurga entre sus páginas y sin saber exactamente cómo, aparece Aristóteles quien introduce este término al hablar del post-predicamento de la oposición. La mujer los mira interrogante, pero Aristóteles le dice que tiene una cita con Platón, que en realidad no puede quedarse aun y cuando muere de ganas por explicarle.

En el jardín están los Estoicos quienes llegaron cargando su propio hábito el cual es el estado de la materia inorgánica en tanto que sus elementos se hallan fuertemente unidos en un compuesto. El hábito une estos elementos de un modo más fuerte que la mera conjunción de elementos discretos y aun que la contigüidad… la mujer piensa que quizá sea la razón de que ella siempre vuelve a sus antiguos hábitos…

El libro rosado le dice que lo más común es distinguir entre el hábito como predicamento o categoría y el hábito como una de las cuatro especies de cualidad de que habló Aristóteles (las otras especies son: las facultades o potencias activas, las receptividades o potencias pasivas, y la forma en cuanto configuración externa)… la araña despierta en este momento, y grita porque ella tenía ganas de ver a Aristóteles… el libro rosado continua diciendo que como categoría, el hábito es una dispositio del ente. Como cualidad, es un modo como algo o, más específicamente, alguien tiene —habet— una cosa o, mejor dicho, una característica… la araña huye al número 12 a planear una venganza contra el libro rosado por no haberla dejado continuar con su queja.

El escarabajo vuela cerca de la puerta, donde también esta Santo Tomas quien define al hábito como una cualidad, por sí misma estable y difícil de remover, que tiene por fin asistir a la operación de una facultad y facilitar tal operación… la araña se distrae con el escolástico y olvida que debe vengarse de un libro rosado… la mujer los observa y se pregunta cómo es que el hábito puede ser una cualidad, lo que si le queda claro es la parte de difícil de remover.

El gato baja del televisor únicamente para aplastar ligeramente y con la pata a Occam quien dice que el que el hábito no es una relación, sino una cualidad absoluta.

La mujer se instala de nueva cuenta en el diván anaranjado, casi había entendido el concepto de hábito, pero de nuevo Occam se encargó de volverlo difuso ¿Cualidad Absoluta? La mujer se detiene en este punto hasta que llega el sentido psicológico que predomina en Locke, quien escribe que es ese poder [potencia] o habilidad en el hombre de hacer cualquier cosa, cuando ha sido adquirido mediante frecuente ejecución de la misma cosa, es la idea que llamamos hábito, la cual cuando va hacia adelante y está dispuesta en cualquier ocasión a convertirse en acción se llama disposición… Hume en cambio llega con un cierto predominio de lo gnoseológico, el cual trata del hábito o costumbre… la mujer trata de retenerlos e incluso de hacerlos tomar té a cambio de que sigan hablando, pero ambos filósofos abandonan la casa.

El reloj marca un minuto de aquellos que se te quedan pegados sobre la piel, de los que sientes que jamás podrás olvidar… y con ese minuto entran los sensualistas, los filósofos del sentido común y los ideólogos quienes se ocuparon a menudo de la cuestión del hábito, casi siempre en sentido psicológico… lo cual es lo único que aclaran, toman galletas de la alacena y salen por la puerta de la cocina.

La mujer decide salir al jardín, donde además de los pájaros instalados en el naranjo milenario esta Maine de Biran quien consideró que el hábito representa una atenuación del esfuerzo, y con ello un paso hacia lo inconsciente… la mujer le pide que se lo repita… el filosofo la observa un momento y cuando está a punto de repetirlo entra Ravaisson diciendo que el hábito es, pues, una disposición respecto a un cambio engendrada en un ser por la continuidad o la repetición de este mismo cambio. La mujer los deja, entra a la casa y descubre que el gato ha abandonado el televisor, pero ahora juega con Jacques Chevalier quien en un intento desesperado por huir del gato, dice que el hábito no es propio sólo de lo viviente. Toda realidad puede tener su "hábito", es decir, tener impreso en su ser actual la huella de su pasado. Por tanto, el hábito se da también en la realidad inferior. La mujer lo libera del gato.

El escarabajo emprende el vuelo o al menos eso intenta, porque Zubiri, lo pone en la plama de su mano mientras afirma que la habitud "es el fundamento de la posibilidad de toda suscitación y de toda respuesta" de un ser viviente.

La mujer los deja esperando que abandonen la casa pronto y se instala en el diván anaranjado pensando en sus propios hábitos, en esas cualidades absolutas fuertemente arraigadas a su ser viviente, sabe que debe de dejar algunas, como ese hábito de perdonar siempre a aquel ser salido de sus sueños que ha tomado el hábito de hacerla enojar hasta la depresión o la desesperación según el día o la hora o lo que diga su reloj… sabe que existen muchas cosas que podría enumerar y hacer una lista, pero tiene el habito de luego no cumplirla… la mujer respira y espera a que el reloj le marque un minuto más, esperando quizá poder adquirir nuevas cualidades.

El reloj marca un segundo, la araña busca la hendidura por la que podría salir del reloj y encontrar a más como ella, olvidando por completo su antigua venganza y con ella a Aristóteles, el gato salta al diván y la mujer lo acaricia pensando que en ocasiones la vida debería ser así de simple… sin tantos hábitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario