lunes, 28 de noviembre de 2011

Errores y Divagaciones.





De: Laura Martínez Domínguez


El reloj marca un instante efímero, de aquellos que se viven una tarde, en un regreso, en el placer deliciosamente clandestino y prohibido; la mujer los escucha y simplemente evoca imágenes conocidas, el gato la encuentra en el diván anaranjado anotando algo en su diario.

Sin embargo, en la casa lo efímero es intrascendente dado que el gato ha arrastrado a Zenón y a algunos sofistas que dicen que solamente puede hablarse del ser. Del no ser no puede enunciarse nada. Por lo tanto, el error es imposible. La mujer no los entiende, las huellas de los instantes efímeros aun permanecen y por tanto los seres y los errores no encuentran cabida.

La araña despertó luego de aquellos instantes efímeros, recordando que debe buscar la salida del reloj, pero se distrae con la llegada de un Estagirita que dice que nos equivocamos en la posición de los términos. Pero también erramos en el juicio expresado sobre ellos. Ahora bien, como, según el Estagirita, nosotros vemos las cosas particulares por medio del conocimiento de lo general, el error es posible sin que nuestro error y nuestro conocimiento sean mutuamente contrarios, la mujer intenta entenderlo y no cometer errores.

De pronto, aparecen los escolásticos junto con un minuto que trata de no evocar a la furia ya inexistente, y dicen que el problema del error es examinado dentro de la cuestión de la certidumbre; en rigor, el error puede ser entendido únicamente cuando hemos puesto en claro las diferentes formas en que puede darse la verdad y, en particular, esta forma peculiar de hallar lo contrario a la verdad que es la decepción y la desilusión. Los escolásticos dicen por ello que el error se opone a la verdad. Si la verdad es coincidencia entre el juicio y la cosa juzgada, el error será la discrepancia entre ellos.

El gato entra a la sala y se da cuenta de que el televisor esta encendido, pero ha perdido el sonido, la mujer lo mira con terror, no debe de haber cosa más horrible que perder la voz y las palabras, pero llega Descartes quien al parecer merece, sin embargo, una atención especial a causa del carácter extremo a que llevó su tesis en parte anticipada por Juan Duns Escoto, quien no llegó y solo envió una nota, según la cual el error reside en el acto de la voluntad que se pronuncia sobre el juicio y no en el propio juicio. Ello se debe a que Descartes establece previamente una separación entre la aprehensión de ideas y "una cierta potencia de juzgar". Esta última es potencia de conocer o potencia de elegir (o libre albedrío). El error se debe a alguna imperfección en estas potencias. La mujer se pregunta si verdaderamente poseeremos una potencia de elegir o de conocer… el gato llega relamiéndose los bigotes, quizá encontró filosofía sin autor comestible.

En el minuto en que los instantes efímeros terminan aparecen Muchos autores que insisten en que no es legítimo confundir simplemente el error con la ignorancia, aun en el caso de que se suponga que el primero procede de la segunda. En efecto, mientras la ignorancia es una falta de conocimiento, el error supone previamente un conocimiento acerca del cual hay error. Con ello se admite que el error es, en cierto modo, algo positivo. Estos autores sin rostro, son definitivamente más claros que Descartes, por lo que la mujer les invita a comer fruta en trocitos en la mesa de la cocina, los autores aceptan, pero el reloj les marca un minuto que al parecer quiere contar la historia del futuro por lo que los autores se apresuran a abandonar la cocina lentamente.

El escarabajo se ha encontrado perdido dentro del bolsillo de Víctor Brochard quien ha indicado un "problema del error", que se desvanecería tan pronto como se supusiera que el error es simplemente una carencia. Al parecer la idea de la carencia en el error es recurrente, la mujer tendrá que analizarlo en el diván anaranjado, por lo que se dirige a él.


El diván anaranjado está siendo ocupado precisamente por el libro rosado quien le dice que en efecto, la existencia del error supone una cierta forma de relación con la realidad y, por consiguiente, envuelve todos los problemas clásicos acerca de la relación entre el ser y el no ser, paralelos a las cuestiones suscitadas acerca de la relación entre la verdad y el error. Brochard señala, por ejemplo, que dichos problemas han recibido tres soluciones y que de cada una de ellas depende la concepción que se tenga acerca del error. La primera solución —ya antes mencionada— es la que, con Parménides, Spinoza y otros autores, elimina el error al eliminar el no-ser: sólo la idea del ser, que es además la única existente, es verdad. La segunda solución es la que afirma que tanto el ser como él no ser son. Por lo tanto, habiendo una forma "atenuada" de ser que son los posibles, el error posee a su vez una cierta realidad: "un pensamiento falso —escribe Brochard— sería la aparición en el mundo actual de un fragmento de esos mundos posibles a los cuales la voluntad divina ha rehusado la existencia" El error sería en tal caso, como en Descartes y Leibniz —bien que de diferentes maneras—, una privación de inteligibilidad. Una tercera solución sostendría, en cambio, que no hay una verdad, sino que hay verdades. El error sería entonces algo real, que podría definirse como la representación de existencias inacabadas. Brochard estima, uniendo lo más plausible de las citadas tesis, que la existencia del error no es una privación de inteligibilidad, sino de voluntad. Pero, a su vez, el error no sería posible si no hubiese en un ser, el hombre, una unión de voluntad y entendimiento. Por eso se podría decir que "lo que hace posible el error en sí mismo es la unión en el mundo de la idea y de la voluntad". No habría error con la sola inteligencia y sin la voluntad. Y por ello "el principio metafísico del error es la libertad.

La mujer baja al libro rosado y se repantiga en el diván anaranjado, piensa en el error, y al mismo tiempo en el ser que no puede existir lejos de sí mismo, en la carencia de juicio o de conocimiento, en la ignorancia que no es error si no solo falta de conocimiento, pero que existe un abismo, y de pronto su profesión aprendida de memoria le dice que error también puede significar un vicio del consentimiento, dado que es una dirección de la voluntad contraria al evento.

El gato empuja al libro rosado mientras este dice que el error sólo se da en la esfera de las proposiciones y de los juicios; el engaño sólo se da en la esfera de las percepciones.
La araña deja de buscar la salida y se declara encerrada en esta libertad poblada de segunderos, el escarabajo se da cuenta de que hoy es siempre, en tanto el reloj marca una vez más la historia del futuro, por lo que el gato se apresura despacio a comer filosofía sin autor… la mujer encuentra la palabra oxímoron y con ella el recuerdo del personaje de las partículas elementales, mientras juega con el personaje aquel salido de sus sueños…

viernes, 18 de noviembre de 2011

Palingenesia y Divagaciones.





De: Laura Martínez Domínguez

El gato entra en la cocina y pide que su tazón sea llenado con diminutas esferas de neopitagóricos, la mujer los busca en la alacena y piensa que quizá ha sido mala idea comprarlos por cajas, en cantidades descomunales, el gato tiende a ser obsesivo con la comida esférica.

El reloj marca un minuto conocido, el del pasado que abrigaba furia y desolación, marca ese minuto en donde te enfrentas con el objeto mismo de la comparación… la mujer toma ese minuto y se lo guarda en el bolsillo, sabe que más tarde lo verá de nuevo.

El escarabajo que alguna vez quiso ser epistemológico, ha regresado a su obsesión por el cojín, incluso ha trasladado algunas de sus pertenencias para sentirse particularmente en casa.

La mujer decide instalarse en el diván anaranjado, en esta ocasión las emociones se le escurren por entre las hendiduras de la indiferencia, por entre el olvido y la carencia de amor, sin embargo, el libro rosado está arriba de la mesa de la cocina gritando que renovación, regeneración o renacimiento, se llama a toda reaparición periódica de los mismos hechos, de las mismas vidas o de las mismas almas. La mujer no logra entender, además la voz se distorsiona a través de las paredes, pero la idea empieza a interesarle.

Así aparecen los pitagóricos para quienes la palingenesia de las almas constituye la base para la afirmación de la palingenesia de los mundos; detrás de ellos vienen los estoicos para quienes en cambio, la creencia en una palingenesia o eterno retorno de los mundos permite afirmar la existencia de una palingenesia de las almas… la mujer escucha esta palabra, sube al gato al diván anaranjado, y se pregunta si podrá tatuarse a la palingenesia en la piel, si podrá renovar y regenerar su alma en el eterno retorno de su mundo.

En ese momento, en el que el reloj intenta marcar una de esas horas tediosas, llega Charles Bonnet quien defiende la persistencia de la substancia pensante a través de la regeneración de los cuerpos, regeneración que se hacía posible gracias a sus gérmenes indestructibles. Así la palingenesia permite a Bonnet acordar su creencia en la inmortalidad con el materialismo a que le conducían sus análisis psicofisiológicos. El gato lo observa interrogante y a la mujer le asusta un poco su idea de los gérmenes indestructibles…la araña en cambio se ha enredado con la palabra añorar, todos se preguntan de dónde salió esa palabra pero la araña no tiene una respuesta coherente que ofrecerles.

El libro rosado dice que la palingenesia puede entenderse asimismo en el sentido de una creencia en la persistencia de la humanidad a través de los ciclos históricos, tal como la establece Vico, quien por cierto llega vestido de verde limón, pero no llega solo, sino que vestido de naranja radiante llega Pierre Simon Ballanche quien la formula de la siguiente manera: la sociedad es en tal caso el elemento que persiste a través de los nacimientos y de las decadencias históricas, las cuales conservan siempre los gérmenes que resucitarán y se desarrollarán en las posteriores formaciones sociales.

La regeneración, la palingenesia flotan por toda la habitación donde se encuentran la mujer, el gato y el diván anaranjado, flotan y los sumergen a ellos, sobre todo a la mujer, en el deseo de regenerarse, de cambiar de piel y emerger.

La araña se desenreda de la palabra añorar y salta sobre la manecilla grande esperando no volver a caer en sus redes… pero el reloj juega con ambas y en cada segundo que marca las hace cambiar de postura.

En el jardín, el cuervo medieval ataviado con bufanda, atusa a los pájaros que habitan el árbol de naranjo milenario, para que se alejen de la rama más alta y más cómoda, los pájaros piden argumentos para ello…

En el minuto enredado en la añoranza o en la araña que a ratos ora, llega Vincenzo Gioberti según el cual, la palingenesia, es decir, el "Renacimiento final", nunca completamente alcanzado, de la Humanidad, tiene que llevarse a cabo por medio de la potenciación de todas las facultades humanas y por medio de la gradual transformación de lo sensible en realidad inteligible. Su idea es demasiado desoladora como para que los habitantes de la casa, le crean una palabra, por lo que el filósofo sale por la puerta de la cocina, sin agregar una nada más.

El gato ha encontrado ideas profanas y se divierte haciéndolas rodar por la sala, el escarabajo epistemológico emprende el vuelo antes del atardecer y sin aviso alguno, la araña dejo de orar y de añorar, el reloj marca un segundo solo para no perder la costumbre y después de ello se suspende porque le ha parecido oír treinta campanadas, en tanto que al parecer el cuervo no encontró los argumentos exactos para convencer a los pájaros del árbol de naranjo y ha emigrado a otro árbol menos poblado.

La mujer encuentra al minuto de la furia y de la desolación, lo observa detenidamente y un segundo después se deshace de él, la palingenesia la motiva a cambiar de piel y renacer como aquello que siempre quiso ser…

viernes, 11 de noviembre de 2011

Hábitos y Divagaciones




De: Laura Martínez Domínguez

El gato esta sobre el televisor, hace una semana que esta sobre él, la mujer ha tratado de convencerlo con llenados de tazón rebosantes, pero al parecer el gato busca algo… algo que perdió quizá en otra vida.

La mujer lo deja, y se acomoda en el diván anaranjado entonces el reloj le marca una hora que carece de nostalgia y está llena de dudas… la mujer piensa en los hábitos de sus últimos días, en aquellos que no se puede arrancar fácilmente, porque siempre termina volviendo a ellos.

Busca al libro rosado… lo encuentra debajo del diván anaranjado… hurga entre sus páginas y sin saber exactamente cómo, aparece Aristóteles quien introduce este término al hablar del post-predicamento de la oposición. La mujer los mira interrogante, pero Aristóteles le dice que tiene una cita con Platón, que en realidad no puede quedarse aun y cuando muere de ganas por explicarle.

En el jardín están los Estoicos quienes llegaron cargando su propio hábito el cual es el estado de la materia inorgánica en tanto que sus elementos se hallan fuertemente unidos en un compuesto. El hábito une estos elementos de un modo más fuerte que la mera conjunción de elementos discretos y aun que la contigüidad… la mujer piensa que quizá sea la razón de que ella siempre vuelve a sus antiguos hábitos…

El libro rosado le dice que lo más común es distinguir entre el hábito como predicamento o categoría y el hábito como una de las cuatro especies de cualidad de que habló Aristóteles (las otras especies son: las facultades o potencias activas, las receptividades o potencias pasivas, y la forma en cuanto configuración externa)… la araña despierta en este momento, y grita porque ella tenía ganas de ver a Aristóteles… el libro rosado continua diciendo que como categoría, el hábito es una dispositio del ente. Como cualidad, es un modo como algo o, más específicamente, alguien tiene —habet— una cosa o, mejor dicho, una característica… la araña huye al número 12 a planear una venganza contra el libro rosado por no haberla dejado continuar con su queja.

El escarabajo vuela cerca de la puerta, donde también esta Santo Tomas quien define al hábito como una cualidad, por sí misma estable y difícil de remover, que tiene por fin asistir a la operación de una facultad y facilitar tal operación… la araña se distrae con el escolástico y olvida que debe vengarse de un libro rosado… la mujer los observa y se pregunta cómo es que el hábito puede ser una cualidad, lo que si le queda claro es la parte de difícil de remover.

El gato baja del televisor únicamente para aplastar ligeramente y con la pata a Occam quien dice que el que el hábito no es una relación, sino una cualidad absoluta.

La mujer se instala de nueva cuenta en el diván anaranjado, casi había entendido el concepto de hábito, pero de nuevo Occam se encargó de volverlo difuso ¿Cualidad Absoluta? La mujer se detiene en este punto hasta que llega el sentido psicológico que predomina en Locke, quien escribe que es ese poder [potencia] o habilidad en el hombre de hacer cualquier cosa, cuando ha sido adquirido mediante frecuente ejecución de la misma cosa, es la idea que llamamos hábito, la cual cuando va hacia adelante y está dispuesta en cualquier ocasión a convertirse en acción se llama disposición… Hume en cambio llega con un cierto predominio de lo gnoseológico, el cual trata del hábito o costumbre… la mujer trata de retenerlos e incluso de hacerlos tomar té a cambio de que sigan hablando, pero ambos filósofos abandonan la casa.

El reloj marca un minuto de aquellos que se te quedan pegados sobre la piel, de los que sientes que jamás podrás olvidar… y con ese minuto entran los sensualistas, los filósofos del sentido común y los ideólogos quienes se ocuparon a menudo de la cuestión del hábito, casi siempre en sentido psicológico… lo cual es lo único que aclaran, toman galletas de la alacena y salen por la puerta de la cocina.

La mujer decide salir al jardín, donde además de los pájaros instalados en el naranjo milenario esta Maine de Biran quien consideró que el hábito representa una atenuación del esfuerzo, y con ello un paso hacia lo inconsciente… la mujer le pide que se lo repita… el filosofo la observa un momento y cuando está a punto de repetirlo entra Ravaisson diciendo que el hábito es, pues, una disposición respecto a un cambio engendrada en un ser por la continuidad o la repetición de este mismo cambio. La mujer los deja, entra a la casa y descubre que el gato ha abandonado el televisor, pero ahora juega con Jacques Chevalier quien en un intento desesperado por huir del gato, dice que el hábito no es propio sólo de lo viviente. Toda realidad puede tener su "hábito", es decir, tener impreso en su ser actual la huella de su pasado. Por tanto, el hábito se da también en la realidad inferior. La mujer lo libera del gato.

El escarabajo emprende el vuelo o al menos eso intenta, porque Zubiri, lo pone en la plama de su mano mientras afirma que la habitud "es el fundamento de la posibilidad de toda suscitación y de toda respuesta" de un ser viviente.

La mujer los deja esperando que abandonen la casa pronto y se instala en el diván anaranjado pensando en sus propios hábitos, en esas cualidades absolutas fuertemente arraigadas a su ser viviente, sabe que debe de dejar algunas, como ese hábito de perdonar siempre a aquel ser salido de sus sueños que ha tomado el hábito de hacerla enojar hasta la depresión o la desesperación según el día o la hora o lo que diga su reloj… sabe que existen muchas cosas que podría enumerar y hacer una lista, pero tiene el habito de luego no cumplirla… la mujer respira y espera a que el reloj le marque un minuto más, esperando quizá poder adquirir nuevas cualidades.

El reloj marca un segundo, la araña busca la hendidura por la que podría salir del reloj y encontrar a más como ella, olvidando por completo su antigua venganza y con ella a Aristóteles, el gato salta al diván y la mujer lo acaricia pensando que en ocasiones la vida debería ser así de simple… sin tantos hábitos.

martes, 8 de noviembre de 2011

Génesis y Divagaciones



De: Laura Martínez Domínguez


La mujer está en el diván anaranjado, al parecer la enfermedad se ha apoderado de su pequeño ser o quizá solo es el cansancio que hace estragos en él, no lo sabe, por lo que ha pasado el día entero tratando de entender a que se debe su enfermedad, cuando los síntomas son confusos.

El reloj marca un minuto cualquiera, de aquellos en los que no ha tenido que reparar en todo el día… la araña en cambio se esconde de cada minuto marcado por el reloj.

El gato ha aparecido lamiéndose los bigotes, la mujer intuye que ha encontrado algo de filosofía debajo de la mesa y ha decidido comerla lentamente.

Alguien toca a la puerta y es Jean Beaufret quien llama la atención sobre un modo de pensar que consiste en "remontarse o descender a las fuentes, la mujer no sabe a qué se refiere, quizá deba hurgar un poco más en la idea… busca al libro rosado, pero no logra encontrarlo, quien aparece en su lugar es Nietzsche cargando los volúmenes completos de El origen de la tragedia en el espíritu de la música y La genealogía de la moral, en donde se pregunta por el origen de nuestros conceptos morales y menciona al efecto "los psicólogos ingleses" a los cuales "se deben los únicos ensayos realizados hasta el presente de escribir una genealogía de la moral". Esta genealogía no es simplemente una historia (aun cuando pueda, y aun deba, suponer una historia): es un buceo en el ser del hombre como ser histórico.

La mujer se instala nuevamente en el diván anaranjado y piensa en el origen, en el génesis que hace que todo inicie, que todo tome forma… así Dilthey le dice que el fondo del cual emerge toda "génesis" es "la vida".

Beaufret al parecer no se fue sino que hizo una parada en la cocina, encontró frituras transgénicas en la alacena y ha puesto de relieve que hay en Heidegger una auténtica preocupación genealógica. Ésta se manifestaba ya en El Ser y el Tiempo como investigación a partir de "una fuente más esencial". En otras obras de Heidegger esta tendencia se ha acentuado. El interés por el Rückgang, por "el regreso al fundamento", por el "fondo del fondo" (o "razón de la razón"), Grund des Grundes, parece ser una constante en el modo de pensar de Heidegger. La mujer no le escucha, aun conserva la idea de que Heidegger habla desde la traición, por lo que lo deja en la cocina.

Encuentra al gato jugando con Grund quien afirma que la filosofía consiste de este modo en un constante regresar a su origen en cuanto fondo, el filósofo trata de ser liberado pero la mujer se percata que el gato se ha prendado de él, por lo que le concede un poco mas de diversión además Beaufret ha salido de la cocina con una tacita en las manos diciendo que "La génesis se limita a desarrollar una serie de transformaciones por medio de las cuales se efectúa, según leyes naturales, el paso de un estado a otro. La genealogía, en cambio, implica una hermenéutica más esencial.

La mujer se pregunta cuál es el génesis de este día en donde estuvo obligada a permanecer en un solo sitio, en reposo de una enfermedad sin síntomas específicos, quizá el génesis de este día sea el cansancio acumulado por días, el reloj marca otro minuto sin importancia y el gato salta al diván anaranjado afirmando que los pájaros que viven en el jardín están haciendo más ruido que el acostumbrado.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Fantasías Divagantes





De: Laura Martínez Domínguez

La mujer está esperando, lo cual odia… el gato salta al diván anaranjado y le dice que en el jardín están las cuatro ardillas sordas… la mujer no le escucha, empieza a pensar las razones por las cuales el personaje de las partículas elementales es incapaz de acudir a una cita adecuadamente… su mente divaga y el libro rosado le dice que el término 'fantasía' procede del griego y que se traduce de varios modos: 'aparición', 'acción de mostrarse', 'espectáculo', 'representación'.

El reloj marca un minuto por demás exasperante, la mujer lo mira y quisiera que se suspendiera, la araña ríe ante el deseo de la mujer, todos los habitantes de la casa saben que el reloj suele hacer lo que le viene en gana.

De pronto aparece Platón y usó el término fantasía y términos semánticamente relacionados con el mismo en varios pasajes de sus diálogos. La fantasía es la representación que surge del "aparecer" y en este sentido se contrapone al conocimiento del ser o de la realidad. La mujer lo escucha y piensa que quizá el personaje de las partículas elementales esta en un lugar lejano donde la comunicación es imposible, aunque la tengas en el bolsillo.

El gato trata una vez más de que la mujer escuche que en el jardín está el cuarteto de ardillas sordas, pero es interrumpido por Aristóteles, quien afirma que la fantasía ["imaginación"] no puede ser equiparada ni con la percepción ni con el pensamiento discursivo, bien que no haya fantasía sin sensación ni juicio sin fantasía. La fantasía radica en nuestro poder de suscitar ("conjurar") imágenes aun cuando no se hallen inmediatamente presentes los objetos o fuentes de las sensaciones. La mujer mira una vez más el reloj pero este al marcar las 3:21 termina por evocar las imágenes mas desesperadas.

El escarabajo no ha querido volar en días, resulta que encontró un cojín del cual se ha prendado y ahora es imposible e impensable que lo deje, por lo que sí es antes o no del atardecer, ciertamente lo tiene sin cuidado.

El reloj marca las 3:23 y la mujer imagina que el personaje de las partículas elementales ha sido capturado por la Santa Inquisición, y ahora está sufriendo toda clase de torturas, sin embargo, en esos momentos entran muchos autores medievales que emplearon los términos phantasia e imaginatio (imaginatio fue el vocablo latino por medio del cual se tradujo fantasía, dándoles con frecuencia un sentido similar, si no idéntico. La mujer los mira con extrañeza y les pregunta si han visto al personaje de las partículas elementales… ninguno le responde, además entran mas autores, especialmente los que seguían la tradición neoplatónica, y consideraron a la phantasia como una actividad de naturaleza intelectual, o predominantemente intelectual.

La mujer escapa hacia el diván anaranjado, ya que el reloj le marca las 3:27, pero en el camino se tropieza con algunos autores que al parecer andan siguiendo a San Agustín y estimaron que la fantasía es una vis animae de carácter inferior, más vinculada a la sensibilidad que al intelecto… la mujer piensa en sentir que el personaje de las partículas elementales ha sido víctima de una abducción extraterrestre… no lo logra, por lo que se instala en el diván.

El reloj marca una vez más el minuto de la desesperación, de la espera y con él llegan Santo Tomás y los autores tomistas quienes tomaron como base los análisis aristotélicos. Por lo que ahora es común entre los tomistas distinguir entre una fantasía sensible y una fantasía intelectual. Pero la tendencia predominante era la de estimar la phantasia como una facultas sensitiva.

La mujer acaricia al gato imaginando que quizá fuera de su casa ha ocurrido una catástrofe y solo su morada ha sobrevivido, pero Dilthey, la interrumpe y le dice que la fantasía poética es el fundamento de la creación libre, en virtud de la energía propia poseída por ciertas vivencias. La mujer debe de admitir que nunca ha estado en una catástrofe, por lo que descarta la idea.

El gato encuentra a Müller-Freienfels, agazapados debajo del diván, y los oyen cómo distinguen entre la fantasía creadora y la fantasía lúdica. La primera engendra posibilidades de representación (y tiene un sentido muy parecido al aristotélico); la segunda juega libremente con las representaciones y hasta puede producir representaciones "nuevas". El gato los abandona, y corre a la cocina esperando que su tazón sea llenado de figuras perfectas de autores medievales.

La mujer esta buscándolos en la alacena cuando el reloj le marca las 3:34 y al saberse ignorado, marca el siguiente minuto, las 3:35 resuenan en la casa ensordeciéndolos a todos, incluyendo a Croce quien ha destacado el carácter productor de la fantasía en el campo artístico, a diferencia del carácter combinatorio de imágenes de la imaginación llamada asimismo productiva.

La araña se cuelga en la manecilla grande, en ocasiones le gusta jugar con el tiempo, sobre todo con aquel en el que la mujer espera y además aparecen personajes como Jakob Frohschammer, el cual admitió un principio único y fundamento de conocimiento, la llamada Phantasie, fundándose en algunas doctrinas idealistas estimó que sin el principio de fantasía no puede entenderse ninguna novedad y ningún cambio en el universo.

De pronto y cuando son las 3:37 el libro rosado afirma que la fantasía es el principio del mundo como ser "orgánico" y del alma como ser "espiritual". Es asimismo el principio de Dios, el cual produce el mundo por medio de la fantasía.

La mujer luego de alimentar al gato con autores medievales, decide que el reloj puede marcar los minutos que desee, porque ella ha dejado de esperar, además no tiene ningún sentido preocuparse por alguien que quizá este en una aldea lejana usando un sombrero ridículo, al más burdo estilo de filme francés, por lo que toma sus cosas, deja de esperar al personaje de las partículas elementales y sale a la ciudad sintiendo que el tiempo no existe.