lunes, 29 de agosto de 2011

Gracia y Divagaciones



De: Laura Martínez Domínguez


El gato aparece luego de varios días de ausencia, en donde aseguró haber hecho una larga excursión por el jardín… llega arrastrando a Platón y Plotino, la mujer los rescata y estos le dicen que han ligado la idea de gracia a la de belleza, la mujer no entiende el sentido de sus palabras.

El reloj ha amanecido con la idea de detenerse cada dos minutos y adelantar sus manecillas una hora entera, por lo que los habitantes de la casa se encuentran sumergidos en la incertidumbre de no saber si el sol acaba de aparecer o está por ocultarse, lo cual hace que el escarabajo exprese su molestia volando de un lado a otro de la habitación.

Ante tal situación la araña se instala en el número 12 a ver la protesta formal del escarabajo epistemológico, pero escucha que el libro rosado dice que el concepto de gracia como concepto de algún modo irreductible a otras categorías estéticas fue introducido en el pensamiento estético hacia mediados del siglo XVIII, la mujer lo mira con una interrogante, empero, entra Edmund Burke y define la gracia como una armonía.

La mujer empieza a entender que la gracia se ha colado por la hendidura de la puerta y se avecina el desfile acostumbrado de filósofos, en donde los fantasmas del pasado se vuelven alegorías del presente.

Encabezando dicho desfile entra Schiller quien distingue entre la belleza fija y la belleza en movimiento. La primera es la belleza derivada de la necesidad; la segunda, la belleza derivada de la libertad. La gracia opera como una síntesis de ambos tipos de belleza y, por tanto, como una síntesis de necesidad natural y libertad moral.

La mujer se pregunta cómo es que la gracia es estética, Winckelmann opina que ambas son similares y a veces no puede distinguirse entre ellas; en ese momento interviene el Libro Rosado y dice que en sentido teológico la gracia es también un "don", un "favor".

El reloj marca una hora adulantemente incierta, lo que provoca que San Pablo confiese ante toda la casa que se convirtió no por haber llegado a una convicción racional u otro motivo similar, sino por la "acción irresistible" de la gracia, la mujer considera que sus declaraciones sean tomadas en cuenta, por lo que lo invita a la cocina; en la cual está San Agustín, y dice que la gracia restablece la naturaleza. La gracia es una condición necesaria para la salvación.

En ese momento la mujer se empieza a preguntar si ella quiere ser salva, si quiere que alguien le regale un bello don… se dirige hacia el diván anaranjado, pero se encuentra con San Anselmo quien le manifiesta que ninguna criatura posee una voluntad recta si no es por la gracia de Dios.

La araña ve como de una de las manecillas del reloj desciende Santo Tomás quien considera la gracia como un auxilio, un socorro, un don otorgado a quien sin él quedaría irremisiblemente perdido… las palabras impactan a la mujer ella que se empezaba a cuestionar sobre si desea algún tipo de gracia y Santo Tomas la condena a estar perdida si no lo hace…

El reloj deja las horas pausadas y llegan Occam y los llamados "occamistas" quienes admitieron que el hombre puede por sí mismo encaminarse al bien, pero que no puede salvarse a menos que Dios "acepte" las disposiciones humanas… la mujer atrapa una pregunta ¿Hay algo más humano que Dios?, no tiene tiempo de encontrar la respuesta porque Gabriel Biel siguió a los occamistas en este respecto y subraya al extremo la "potencia absoluta" de Dios en la justificación del hombre, sea éste o no pecador o "merezca" o no (desde el punto de vista "racional") la gracia.

La mujer trata de dejarlos pero Santo Tomás aparece de nuevo y le dice que la gracia presupone, preserva y perfecciona la naturaleza, Leibniz los sigue y les dice que en el Estado perfecto donde hay infinita justicia tanto como infinita misericordia, "hay tanta virtud y dicha cómo es posible que haya, y ello no a causa de un desvío de la naturaleza, como si lo que Dios prepara a las almas perturbase las leyes de los cuerpos, sino por el orden mismo de las cosas naturales, en virtud de la armonía preestablecida desde siempre entre los reinos de la naturaleza y de la gracia, entre Dios como arquitecto y Dios como monarca, de suerte que la naturaleza conduce a la gracia y la gracia perfecciona a la naturaleza usando de ella.

Al final y luego de largas horas, la mujer logra deshacerse de los filósofos y hacer que su famoso desfile sea hacia la puerta de salida, donde el escarabajo ha cambiado sus patas, las ocho, esperando que el reloj marque una hora parecida a antes del atardecer y así poder volar.

La mujer se instala en el diván anaranjado, el gato se encarama junto a ella, la mujer piensa en la gracia y solo puede concebirla estéticamente, la araña deja el numero 12 y espera que con gracia divina logre salir del reloj… una hora aduladora más y todos los habitantes de la casa se quedan suspendidos esperando el siguiente minuto…

jueves, 25 de agosto de 2011

Personas, Divagaciones y Máscaras.



De: Laura Martínez Domínguez.



El reloj haraganea, marca las horas lentas, los minutos pausados, como si esperara a que alguien regrese… la mujer lo observa e intenta que los deseos del reloj sean solo un capricho más de aquellos que suele tener un día cualquiera.

El gato encuentra una máscara y cuando la mujer lo sorprende con ella, el gato le dice que ha encontrado a una persona debajo del diván anaranjado… la mujer ríe ante semejante afirmación y se instala en el diván pensando en el concepto de persona.

La araña despertó tarde, dado que las horas están más lentas que de costumbre y el reloj no la despertó al jugar con su péndulo favorito, recuerda que debería estar buscando la salida, pero la pereza se apodera de ella y extiende sus patitas sobre el numero 10 para tomar una baño de sol, muy al estilo vida coleta.

La mujer encuentra al libro rosado sobre el diván anaranjado, hurga entre sus páginas y descubre la palabra persona, el libro rosado le dice que se trata de la máscara que cubría el rostro de un actor al desempeñar su papel en el teatro, sobre todo en la tragedia, o sobre el escenario del drama jurídico como diría Guillermo Margadant, la mujer continua leyendo y se da cuenta que persona es "el personaje", y por eso los "personajes" de la obra teatral son dramatis personae… el gato ríe y se pregunta si el también podrá tener una máscara.

El libro rosado continúa afirmando que el vocablo persona fue usado también en el sentido jurídico justamente como "sujeto legal".

De pronto en el jardín los pájaros instalados en el naranjo milenario empiezan a discutir si los griegos tuvieron o no una idea de la persona en cuanto "personalidad humana". Cada quien adopta una posición al respecto y lo cierto es que suele ser negativa, pero aunque es cierto que los griegos —especialmente los griegos "clásicos"— no elaboraron la noción de persona en el mismo sentido que los autores cristianos, se puede presumir que algunos tuvieron algo así como una intuición del hecho del hombre como personalidad que trasciende su ser "parte del cosmos" o "miembro del Estado-ciudad", al cabo de un tiempo, llega el cuervo medieval ataviado con bufanda y los hace callar.

La mujer al oír semejante alboroto se pregunta por qué los pájaros tendrán que decirlo todo a gritos, sin embargo, es interrumpida por San Juan Damasceno quien usa el término persona para definir lo que los latinos llamaron persona como algo que o, mejor dicho, "lo que" se expresa a sí mismo por sus propias operaciones, haciendo presente una propiedad que lo distingue de otras de su misma naturaleza.

Sale San Juan Damasceno y entra San Agustín cargando la idea de persona que pierde la relativa "exterioridad" que todavía arrastraba para enfocarse decididamente sobre la "intimidad"; su idea de relación le sirvió para subrayar el ser relativo a sí mismo de cada Persona divina, por lo cual hay efectivamente tres Personas y no una sola. La idea de "intimidad" —o, si se quiere, la experiencia y la intuición de la intimidad— le sirvió para hacer de esta relación consigo mismo no una relación abstracta, sino una eminentemente "concreta" y "real". El escarabajo se pregunta si él además de epistemológico podrá ser también teológico…

En el momento en que al parecer San Agustín trata de contestarle al escarabajo, entra Boecio, quien por cierto, se refiere al sentido de persona como "máscara", pero pone de relieve que este sentido es sólo un punto de partida para entender el significado último de 'persona' en el lenguaje filosófico y teológico. Y en su Liber de persona et duabus naturis proporciona la definición de persona que es tomada como base por casi todos los pensadores medievales: Persona est naturae rationalis individua substancia — "la persona es una substancia individual de naturaleza racional".

La mujer observa una manecilla casi derretida del reloj, en tanto que San Anselmo, comiendo las sobras de un estofado de la semana pasada, acepta la definición de Boecio, pero señala que hay un contraste entre "persona" y "substancia", según él, en efecto "se habla sólo de persona con respecto a una naturaleza racional individual, y de la substancia con respecto a los individuos, la mayor parte de los cuales subsisten en la pluralidad".

Entra Santo Tomás y trata de la noción de persona en varios lugares de sus obras, recordando asimismo la definición de Boecio y manifiesta que mientras la individualidad se encuentra, propiamente hablando, en la substancia que se individualiza por sí misma, los accidentes no son individualizados por una substancia. La mujer trata de ubicar estas definiciones en el hecho de que siempre ha entendido persona por el ente de derechos y obligaciones.

Occam no le permite profundizar más en la divagación ya que según él, la persona es una substancia intelectual completa que no depende de otro supuesto: la persona es "supuesto" no en cuanto se identifica con el "supuesto", sino en cuanto que es un género del que el "supuesto" es la especie. Es, además, un supuesto intelectual cuya naturaleza individual es completa.

La mujer está por darse por vencida, cuando Bacardo de San Víctor, llega comiendo gomita y distingue entre el sistere en que consiste la naturaleza y el ex-sistere, el "venir de" u "originarse de", en qué consiste el ser persona. La persona se caracteriza por su modo propio de sistere o tener naturaleza, Leibniz le reclama una porción de su bolsa de gomitas mientras dice que la palabra 'persona' conlleva la idea de un ser pensante e inteligente, capaz de razón y de reflexión, que puede considerarse a sí mismo como el mismo, como la misma cosa, que piensa en distintos tiempos en diferentes lugares, lo cual hace únicamente por medio del sentimiento que posee de sus propias acciones.

La araña ha recuperado la energía, y decide encontrar la salida del reloj, pero al parecer este ha dejado de haraganear y ahora las manecillas en lugar de escurrirse, avanzan sin piedad, por lo que la araña no se percata de que Kant ha entrado por la ventana de una de las recamaras y define la persona —o la personalidad— como la libertad e independencia frente al mecanicismo de la Naturaleza entera, consideradas a la vez como la facultad de un ser sometido a leyes propias, es decir, a leyes puras prácticas establecidas por su propia razón, la mujer le pregunta el porqué de su extraña entrada y Kant simplemente se encoge de hombros.

En la sala esta Fichte, para quien el Yo es persona no, o no sólo, porque es un centro de actividades racionales, sino también, y sobre todo, por ser un "centro metafísico" que se constituye a sí mismo poniéndose a sí mismo, el gato lo atusa con una patita, pensando que quizá trajo consigo al cerdo metafísico, pero la mujer le explica que en estos momentos está junto a una máscara totémica, el gato sonríe al pensar que está acompañado de personas.

En ese preciso momento, cuando la mujer piensa que los filosofos dejaran de desfilar por su casa, aparece Max Scheler quien por cierto es muy explícito y dice que La persona es la unidad de ser concreta y esencial de actos de la esencia más diversa, que en sí antecede a todas las diferencias esenciales de actos y en particular a la diferencia de percepción exterior íntima, querer exterior e íntimo sentir, amar, odiar, etc., exteriores e íntimos.

Lo cierto es que la mujer no sabe que pensar, por lo que para acomodar sus ideas se instala en diván anaranjado y piensa que la palabra persona siempre ha tenido ese sentido netamente jurídico, dado su profesión aprendida de memoria, y al hablar de persona es alguien calificado jurídicamente para actuar en un juicio, sin embargo, la idea de máscara también le es conocida.

El libro rosado le puntualiza que en la metafísica antigua había subrayado el sui jurís y la incomunicabilidad de la persona; la ética y la metafísica contemporáneas han destacado su "apertura" (su "intencionalidad radical") y su comunicabilidad. Una posición plausible es la que consiste en afirmar que la realidad llamada persona oscila continuamente entre la absoluta "propiedad" y la absoluta "entrega". Por eso la persona, es algo que se está haciendo siempre, evitando por igual el doble escollo de la simple individualidad psicofísica y de la pura espiritualidad.

El gato el día de hoy ha pasado de que llenen su tazón, teme que pequeños seres humanos sean arrojados a su tazón y estén obligados a ser personas que sirven de alimento a un gato poderosamente divino, la mujer lo tranquiliza y le sirve doctrina jurídica regalo de Boecio, la araña sigue arrojada a un reloj, en tanto el escarabajo decide no volar aunque sea antes del atardecer y la mujer encuentra en las mujeres del alba un pretexto para hurgar en un pasado guerrillero… por lo que instalada en el diván anaranjado se sumerge en ellas…

miércoles, 17 de agosto de 2011

Divagación y Bien.





De: Laura Martínez Domínguez


La mujer está en el diván anaranjado comiendo una sandia muy roja, consulta a sus diosas con la intención de saber si es buena… llega el gato y le dice que se ha metido en un gran dilema, la mujer lo sabe…

Cuando el reloj marca una hora futura y alentadora, la araña se asoma del numero 8 y escucha infinitamente cómo el libro rosado dice que el Bien puede estudiarse como un término —o una expresión—, o como una noción —o un concepto—, o como una entidad — o la propiedad de una entidad, los habitantes de la casa empiezan a confundirse, por lo que ante tal confusión el libro rosado responde que el Bien es según la cual, tal expresión es reducida a la definición de 'x es bueno'.

El escarabajo que quiere ser epistemológico se balancea, turnándose de pata, sobre la orilla de la mesa y se pregunta por el alboroto que se oye en el patio, sin embargo, no se mueve, aun no es hora del atardecer por lo que no le apetece volar.

Sin embargo, los pájaros instalados en el árbol milenario avisan que han llegado filósofos sin nombre ni rostro, pero que al parecer tienen un entendimiento similar, ya que llegan los que entienden el concepto como un fenómeno mental y tienden a defender una concepción subjetiva del Bien y, por consiguiente, a proporcionar de él una definición en lenguaje psicológico.

La mujer no está segura de que esa sea una definición o por lo menos una respuesta convincente para su dilema… por lo que despide al primer grupo de filósofos los cuales salen por la puerta principal haciendo demasiado ruido.

En la mesa de la cocina están instalados con grandes vasos de jugo de arándanos los que entienden el concepto como un "objeto formal", distinto tanto de la expresión como del fenómeno mental y del objeto real, y que tienden a defender una concepción objetiva —u objetivo-formal— del Bien y, por consiguiente, a proporcionar de él una definición en un lenguaje que es llamado —impropiamente— lenguaje lógico. La mujer se pregunta si el jugo de arándanos salió de su cocina o ellos mismos lo trajeron… nadie responde.

La mujer ante la falta de respuestas, regresa al diván anaranjado y el libro rosado le dice que cuando el Bien es considerado como algo real, conviene precisar el tipo de realidad al cual se adscribe. Es menester, por lo tanto, saber si se entiende el Bien como un ente —o un ser—, como una propiedad de un ente —o de un ser— o como un valor. El gato arrastra su tazón y le pide a la mujer que le sirva un poco de entendimiento filosófico, pero la mujer lo único que logra encontrar en la alacena es un poco de Topos Uranos dejado por Platón.

El reloj marca un segundo abrumador y el libro rosado continúa diciendo que considerado como algo real, el Bien ha sido entendido o como Bien en sí mismo o como Bien relativamente a otra cosa. En ese momento entra Aristóteles y distingue entre el Bien puro y simple y el Bien para alguien o por algo, señala que el primero es preferible al segundo, pero debe tenerse en cuenta que el Bien puro y simple no es siempre equivalente al Bien absoluto; designa un Bien más independiente que el Bien relativo.

La mujer siente como de pronto las palabras del personaje salido de sus sueños toman sentido… el reloj le marca un segundo asfixiantemente pasado y Aristóteles y los escolásticos rechazan, por consiguiente, la doctrina platónica del Bien como Idea absoluta, o Idea de las Ideas, tan elevada y magnífica que, en rigor, se halla, como ha dicho Platón, "más allá del ser", de tal modo que las cosas buenas lo son entonces únicamente en tanto que participaciones del único Bien absoluto, en ese momento se van sin que la mujer pueda detenerlos para así entender mejor lo que tratan de decirle.

La araña busca una salida del reloj, y resulta que ha encontrado un túnel cavado al parecer por un lepidóptero que tiempo atrás corrió la misma suerte que ella, solo que dicho túnel tiene un inconveniente, el insecto era más pequeño que la araña y ahora está obligada a seguir cavando… el reloj aun no se percata del hecho dado que encontró horas moteadas y las reparte a placer a los habitantes de la casa.

La mujer consulta nuevamente a sus diosas, piensa en si es buena, en si conoce al bien de frente o se le confunde muy seguido con el mal, dado que a ninguno de los dos logra definirlos… el gato salta con ella al diván anaranjado y le avisa que aun requiere entendimiento filosófico, la mujer le dice que tome su turno.

Una hora moteada más y el libro rosado dice que la concepción del Bien como bien metafísico no excluye su concepción como bien moral; por el contrario, la incluye, aun cuando el Bien metafísico parece gozar siempre de una cierta preeminencia, especialmente en la ontología clásica.

La mujer le sirve al gato en lugar de entendimiento filosófico algo de filosofía kantiana, que ésta invenida en la citada preeminencia y dice que solamente la buena voluntad puede ser llamada algo bueno sin restricción, el Bien moral aparece como el Bien sumo. Algo de la filosofía Kantiana resulta incomprensible para el gato, por lo que deja de comer y decide volver a hacerlo cuando sepa exactamente de qué habla el filósofo.

La araña cansada de cavar, deja un segundo su labor y se instala en el número dos, de un tiempo para acá las diadas tienen algo de misterio seductor.

La mujer una vez más regresa al diván anaranjado y se da cuenta de que el nominalismo extremo del Bien lo reduce a una expresión lingüística; que el realismo extremo lo define como un absoluto metafísico y como el nominalismo extremo no permite hablar del Bien, y como el realismo extremo hace imposible considerar nada excepto el Bien en cuanto tal como bueno, lo plausible es adoptar una posición intermedia. Sin embargo, es inevitable adoptar una posición en esta controversia. Y como toda posición en la doctrina de los universales es el resultado o de una decisión previa o de una ontología previa, resulta que la definición dada del Bien, en la medida en que se efectúe en el nivel filosófico y se pongan entre paréntesis tanto las "creencias" como las conveniencias, es últimamente el resultado de una decisión o de una ontología. Lo que no significa que tal decisión o tal ontología tengan que ser arbitrarias; significa que son primarias y que preceden en el orden de las razones a toda dilucidación acerca del Bien… por lo que se da cuenta de que el bien es algo así como la deliberación para llegar a ser feliz o mejor aun para ser éticamente correcto.

El gato duerme junto a ella, la araña ha reanudado su labor de cavar hasta salir del reloj que ha encontrado las horas moteadas mas encantadoras y que ahora marca sin más arbitrio que sus ganas, el escarabajo epistemológico decidió que le apetecía volar, por lo que el reloj le dio un moteado antes del atardecer y la mujer abandona el diván para entrar en campos justos y legales.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Acciones Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez

La mujer está en el diván anaranjado, busca al libro rosado y éste le dice que se llama acción y asimismo acto a la operación de una potencia, la mujer no logra entender el contexto de sus palabras, quizá sucedió que el libro rosado esta mañana no tenía otra intención que simplemente hablar sin mucho sentido.

Llega el gato, viene del jardín y trae a un grupo de escolásticos arrastrando ya que suelen oponer acción a pasión. "La acción de acuerdo con la primera imposición del nombre señala el origen del movimiento, la mujer los rescata y deja que el gato se encarame en el diván… la mujer empieza a temer que la acción del libro rosado hará que los filósofos empiecen a deambular por su casa…

Sin embargo, es el libro rosado quien continua hablando como si la vida misma se le fuera en aquello que dice y continua afirmando que Metafísicamente, la noción de acción es interpretada con frecuencia como designando un llegar a ser (fien) a diferencia del ser (me).

El gato reclama un urgente llenado de tazón y la mujer le sirve de las llamadas filosofías de la acción, que son filosofías activistas y dinamicistas; puesto que para ellas la acción es el rasgo primario de la realidad, lo que no sea acción es considerado o como derivado de ella o como opuesto a ella, el gato las observa lentamente preguntándose si serán comestibles, al cabo de un rato y con mucho cuidado, empieza a comer.

El libro rosado ahora está sobre la mesa de la cocina y dice que en muchos casos se contrapone la acción a la contemplación y se sostiene el primado de aquélla sobre ésta o viceversa, en ese preciso instante llega San Buenaventura estableciendo una distinción entre la luz superior o luz de la gracia, la luz interior o del conocimiento filosófico, luz inferior o del conocimiento sensible y luz exterior o luz del arte mecánica puede valer como ejemplo de la concepción clásica de la acción, donde ésta es, en el mejor caso, acción interna y, por lo tanto, concentración de la acción y de la contemplación en una realidad única.

El reloj atormenta a la araña con la manecilla pequeña marcándole horas absurdamente repetidas, la araña despertó sin ápice de ganas de buscar la salida, pero dado los últimos sucesos, empieza a reconsiderarlo…justo en una de esas horas aparece Goethe, con un idealismo alemán y también el de la formulación de una tesis que como "La Acción era en un principio" parece estar destinada a sustituir al "Logos" como principio superior, la mujer abandona el diván e invita a Goethe a tomar una taza de café preguntándole dónde ha dejado a Mefistófeles.

La araña abandona la idea de sentarse en el número diez, pero el reloj empieza a marcar siglos por lo que en el curso del siglo XIX y parte del XX con diversas doctrinas. Marxismo, historicismo, pragmatismo, afirmación de la voluntad de poder, suposición de que la acción resuelve los nudos forjados por la teoría, reducción del campo de aplicación de la inteligencia, voluntarismos de diversas especies, la mujer piensa que el reloj se ha contagiado de la locura incipiente del libro rosado.

Acabados los siglos, o quizá aun dentro de ellos Blondel habla, en efecto, de la acción como de algo que comprende y abarca el pensamiento sin anularlo; la filosofía de la acción es, así, simultáneamente, una "crítica de la vida" y una ciencia de la práctica y de este modo distingue su filosofía de todo "activismo" pragmatista como el que ha sido defendido por James, Schiller o Dewey, quienes tratan de intervenir pero Blondel los interrumpe diciendo que el activismo pragmatista sacrifica la verdad a los efectos o resultados prácticos; la mujer observa como el activismo de Blondel hace de la verdad una visión directa del dinamismo en que todo ser consiste.

La mujer se sienta en el diván anaranjado, trata de pensar en la acción pero es interrumpida por el libro rosado, quien aun no recupera la cordura y ahora corre por toda la habitación diciendo que cuando se habla de "acción" conviene precisar en todo caso en qué sentido se entiende ésta y, sobre todo, conviene señalar si se concibe como aquello que se opone al pensar o bien como aquello que incluye el pensamiento.

La mujer decide guardar al libro rosado, el reloj marca un segundo lleno de coincidencia y en ese instante Dewey habla, de un "idealismo de la acción", entienden todos ésta como una realidad primaria que explica, no suprime, el pensar.

El gato ha terminado con las filosofías de la acción, al parecer no fueron muy de su agrado, el libro rosado mueve la caja donde ha sido guardado, el reloj ha dejado los segundos y ahora se entretiene con instantes suspendidos, en tanto que la araña busca la salida anhelada…

La mujer se sienta en el diván anaranjado, invita a Goethe a sentarse con ella, quien por cierto llega con Fausto y Mefistófeles…

viernes, 5 de agosto de 2011

Bellas Divagaciones.




De: Laura Martínez Domínguez

En el jardín pasa algo poco común, los pájaros que viven en el naranjo milenario, guardan silencio, lo cual es poco usual dado que suelen desayunar y tomar el té platicando acaloradamente, sin embargo, en esta ocasión están atentos a la conversación que sostienen dos filósofos.

Hipias y Sócrates están sentados en las sillas del jardín y discuten acerca de la naturaleza de lo bello (de la belleza) y acerca de las posiciones fundamentales que pueden adoptarse con respecto a tal naturaleza; Sócrates mantiene la actitud racionalista y absolutista; Hipias, la actitud empirista y relativista.

Hipias responde mediante definiciones ostensivas: señalando qué cosas son, a su entender, bellas. La belleza se reduce, pues, a lo que es bello.

A ello responde Sócrates que hay otras cosas bellas; además, hay diversas realidades no sensibles que pueden ser calificadas de bellas.

En ese momento el gato sale al jardín y los pájaros le comunican que la discusión tiene más minutos de los que el reloj ha marcado en días, por lo que el gato se encarama en la mesa que los separa, porque además ha despertado su interés el hecho de que estén comiendo bergamotas, y piensa en que quizá podrá convencerlos de que le compartan.

Los filósofos lo ignoran y continúan con la discusión, y las respuestas dadas por Hipias son, en efecto, de la siguiente índole: lo bello es el oro; lo bello es lo que conviene; lo bello es lo que aparece bello; lo bello es lo útil; lo bello es lo ventajoso; lo bello es lo grato...Sócrates no puede aceptar ninguna de ellas.

Hipias dice que lo bello es lo que parece bello, porque para él el ser y la apariencia son la misma cosa. Pero Sócrates mantiene que si tal equiparación podría ser aceptada para el reino de lo sensible, no es admisible en el reino de lo no sensible: una institución puede parecer bella y no serlo.

La mujer sentada en el diván está observando la discusión por la ventana, tratando de no perder detalle, incluso ve el intento fallido del gato por comer, una vez más, bergamotas.

El reloj marca un minuto que hace añorar un péndulo perdido, la araña salta al número 8 al parecer la belleza amerita un poco de infinito, toma a la manecilla chica y se da cuenta de que por el infinito puede encontrar la salida… el reloj hace girar la manecilla grande y atrapa a la araña entre las dos manecillas, el escarabajo epistemológico los observa y trata de unirse el juego; ahora dos escarabajos están en la caratula del reloj…

La mujer no abandona el diván anaranjado, sabe que pronto aparecerán más filósofos, la discusión en el jardín ha terminado, ninguno cedió en su postura, pero ambos decidieron salir a tomar algo.

Llega Platón, se sienta junto a la mujer y le ofrece el contenido de un bote metálico, podrían ser cualquier cosa, por lo que la mujer declina la oferta y Platón le dice que él mantiene que lo bello es lo que hace que haya cosas bellas. Lo bello es, así, independiente en principio de la apariencia de lo bello: es una idea, análoga a las ideas de ser, de verdad y de bondad.

La mujer lo escucha y piensa en la belleza, busca al libro rosado y con él aparecen algunos filósofos en tropel, sin importarles de que época provengan y lentamente aparecen con grandes sombreros… la mujer observa que primero entra en escena, casi teatral, Diderot diciendo que la belleza es el resultado de una percepción de relaciones varias adecuadas a los objetos.

E. Burke; trae un sombrero de varias plumas y dice que la belleza es un instinto social; lo sigue Hutcheson con uno verde y dice que la belleza es una realidad perceptible mediante un sentido especial que no exige razonamiento o explicación; llega Kant sin sombrero, afirmando que la idea es ridícula y dice que lo bello es lo que agrada universalmente y sin necesidad de concepto: finalidad sin fin… llega Schopenhauer, observa a Kant y le reclama su falta de sombrero y acto seguido dice que la belleza es el reconocimiento de lo general en lo particular la belleza es la unidad en la variedad, Kant le dice que a él le sientan fatal los sombreros, Schopenhauer trata de replicarle, pero en ese momento llega V. Cousin, con un sombrero llamativamente amarillo diciendo que lo bello es uno de los principios espirituales superiores…

Llega Hartmann y al ver al filósofos con sendos sombreros le pregunta a la mujer qué está pasando, a lo que la mujer responde con un encogimiento de hombros, después de todo cómo saber lo que pasa por la cabeza de los filósofos… Hartmann le da la razón y le dice que la Belleza es, a su entender, un valor estético que posee todas las características de los valores, más algunas de índole más específica.

Los filósofos con sombreros en mano salen en el mismo orden en el que entraron, Hartmann, también los sigue y le pregunta a V. Cousin dónde compró su sombrero, la mujer ríe ante la escena, solo espera que a los próximos filósofos no les dé por usar mallas de licra… el gato llega del jardín y anuncia que Hipias y Sócrates se han ido y se han llevado todas las bergamotas consigo, negándose a compartirlas con él, el reloj ha liberado a la araña y los escarabajos han volado sin saber con exactitud la hora en la que debían partir… la mujer piensa en la belleza, y el recuerdo de una mirada del personaje de las partículas elementales, dirigida solo ella, la hace pensar en una gran analogía.

La mujer escucha como se cierra la puerta y sin abandonar el diván se sumerge en los diálogos de un poeta y sus demonios.

martes, 2 de agosto de 2011

Intereses Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez

La mujer se instala en el diván anaranjado luego de haber sido péntada durante días en el lugar aquel que ofreció almíbar a sus visitantes. Regresa al diván anaranjado pero no logra encontrar al libro rosado.

La araña despierta con la novedad de que en la caratula del reloj esta un escarabajo, todos piensan que es aquel que siempre ha querido ser epistemológico pero resulta que solo posee seis patas, por lo que él opina que solo es un escarabajo doxa que vuela antes del medio día.

El gato se encarama en el diván anaranjado y trae enredada la palabra interés en una oreja, la mujer busca el libro rosado, pero éste sigue sin aparecer, y además está resultando que el interés se volvió jurídico según lo que afirma el libro aquel de pastas duramente azules, afirmando que tienen dos acepciones una que en términos generales, la pretensión se encuentra reconocida por las normas de derecho y la otra que en materia procesal, la pretensión que intenta tutelar un derecho subjetivo mediante el ejercicio de la acción jurisdiccional.

En ese momento aparece el gato arrastrando un dejo de filosofía del derecho quien dice que la noción del interés está estrechamente vinculada con los fines del derecho, dado que en primer lugar una de las funciones primordiales del derecho es la de proteger los intereses que tienden a satisfacer las necesidades fundamentales de los individuos y grupos sociales y en segundo lugar el derecho se propone eliminar el uso de la fuerza en las relaciones sociales y por lo tanto, en las normas que lo contienen se establecen mecanismos y procedimientos para resolver pacíficamente los conflictos de intereses que se producen en el seno de una sociedad.

El reloj marca un minuto repetido y Luis Recaséns Siches aparece con una bolsa de frituras, se sienta en la mesa de la cocina y dice que los numerosos y variados intereses que reciben la protección del orden jurídico pueden reducirse a dos categorías fundamentales: intereses de libertad y sintereses de cooperaciones, la araña brinca al número 5, se acomoda y justo en ese momento un jurista norteamericano llamado Roscoe Pound entra a la cocina distinguiendo entre los intereses individuales, públicos y sociales… el reloj vuelve a marcar un minuto exasperantemente igual al anterior.

La mujer se sienta en el diván anaranjado y los pájaros del naranjo ancestral le cuentan que el cuervo medieval ataviado con bufanda aun no regresa luego de la fatídica nota que dejó hace días, el gato salta al diván y confirma la noticia de los pájaros, tocan a la puerta y aparece Rodolfo Von Ihering quien considera que los derechos subjetivos son intereses jurídicamente protegidos y, por lo tanto, la palabra interés debe tomarse en un sentido amplísimo y no solo a aquellas cuestiones susceptibles de apreciación pecuniaria, sino también de otra índole, como la personalidad, el honor y los vínculos familiares.

De pronto, la escuela de jurisprudencia de los intereses, representada por Philip Heck y Max Rümelen arrastran cajas de una corriente doctrinal decisivamente influida y sostienen que al interpretar y aplicar el derecho, es necesario desechar los conceptos jurídicos abstractos, reemplazándolos por una valoración de los intereses protegidos por la ley… el gato los observa por la ventana, dado que los juristas se han ido rápidamente aun arrastrando su corriente doctrinal… el escarabajo que si es epistemológico vuela hasta el hombro de Luis Legaz y Lacambra quien dice que el interés aparece siempre como objeto de la valoración del legislador… la araña busca una salida que carezca de interpretación legal.

La mujer llega a la cocina, llena el tazón del gato con intereses privados y escucha como los juristas reciben a Hugo Rocco quien considera que el interés jurídico procesal puede dividirse en primario y secundario, siendo el primero aquel que consiste en el derecho público, autónomo y abstracto de poner en movimiento la actividad de los órganos jurisdiccionales, en tanto que el secundario es, la pretensión fundada o infundada de obtener una sentencia favorable.

Al gato los intereses privados lo han dejado insatisfecho, por lo que la mujer debe volver a llenar el tazón ahora con intereses públicos y le advierte que no tiene interés en seguir llenado su tazón, el gato come sin escucharla… el reloj marca un minuto de intereses contrapuestos que se dan respecto a un mismo sujeto y se resuelve por la ley, mediante prohibiciones… la araña ríe ante la idea de un minuto prohibido o limitado.

Los juristas abandonan la casa, llevándose consigo quizá el interés público y con él las pretensiones relacionadas con las necesidades colectivas de los miembros de de una comunidad… la mujer se instala en el diván y piensa en el interés, en aquellas pretensiones protegidas por la ley.

Llega el gato, al parecer el interés terminó por satisfacerle, el escarabajo epistemológico se percata de que es antes del atardecer, sin embargo, no tienen interés de ningún tipo de volar, por lo que sigue balanceándose tratando de alcanzar su colcha, la araña se acomoda nuevamente en el número 5 y trata de dormir, pero el reloj ha perdido los intereses contrapuestos y marca minutos escandalosos y la mujer se sumerge en la muerte de un juez ruso.