martes, 2 de agosto de 2011

Intereses Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez

La mujer se instala en el diván anaranjado luego de haber sido péntada durante días en el lugar aquel que ofreció almíbar a sus visitantes. Regresa al diván anaranjado pero no logra encontrar al libro rosado.

La araña despierta con la novedad de que en la caratula del reloj esta un escarabajo, todos piensan que es aquel que siempre ha querido ser epistemológico pero resulta que solo posee seis patas, por lo que él opina que solo es un escarabajo doxa que vuela antes del medio día.

El gato se encarama en el diván anaranjado y trae enredada la palabra interés en una oreja, la mujer busca el libro rosado, pero éste sigue sin aparecer, y además está resultando que el interés se volvió jurídico según lo que afirma el libro aquel de pastas duramente azules, afirmando que tienen dos acepciones una que en términos generales, la pretensión se encuentra reconocida por las normas de derecho y la otra que en materia procesal, la pretensión que intenta tutelar un derecho subjetivo mediante el ejercicio de la acción jurisdiccional.

En ese momento aparece el gato arrastrando un dejo de filosofía del derecho quien dice que la noción del interés está estrechamente vinculada con los fines del derecho, dado que en primer lugar una de las funciones primordiales del derecho es la de proteger los intereses que tienden a satisfacer las necesidades fundamentales de los individuos y grupos sociales y en segundo lugar el derecho se propone eliminar el uso de la fuerza en las relaciones sociales y por lo tanto, en las normas que lo contienen se establecen mecanismos y procedimientos para resolver pacíficamente los conflictos de intereses que se producen en el seno de una sociedad.

El reloj marca un minuto repetido y Luis Recaséns Siches aparece con una bolsa de frituras, se sienta en la mesa de la cocina y dice que los numerosos y variados intereses que reciben la protección del orden jurídico pueden reducirse a dos categorías fundamentales: intereses de libertad y sintereses de cooperaciones, la araña brinca al número 5, se acomoda y justo en ese momento un jurista norteamericano llamado Roscoe Pound entra a la cocina distinguiendo entre los intereses individuales, públicos y sociales… el reloj vuelve a marcar un minuto exasperantemente igual al anterior.

La mujer se sienta en el diván anaranjado y los pájaros del naranjo ancestral le cuentan que el cuervo medieval ataviado con bufanda aun no regresa luego de la fatídica nota que dejó hace días, el gato salta al diván y confirma la noticia de los pájaros, tocan a la puerta y aparece Rodolfo Von Ihering quien considera que los derechos subjetivos son intereses jurídicamente protegidos y, por lo tanto, la palabra interés debe tomarse en un sentido amplísimo y no solo a aquellas cuestiones susceptibles de apreciación pecuniaria, sino también de otra índole, como la personalidad, el honor y los vínculos familiares.

De pronto, la escuela de jurisprudencia de los intereses, representada por Philip Heck y Max Rümelen arrastran cajas de una corriente doctrinal decisivamente influida y sostienen que al interpretar y aplicar el derecho, es necesario desechar los conceptos jurídicos abstractos, reemplazándolos por una valoración de los intereses protegidos por la ley… el gato los observa por la ventana, dado que los juristas se han ido rápidamente aun arrastrando su corriente doctrinal… el escarabajo que si es epistemológico vuela hasta el hombro de Luis Legaz y Lacambra quien dice que el interés aparece siempre como objeto de la valoración del legislador… la araña busca una salida que carezca de interpretación legal.

La mujer llega a la cocina, llena el tazón del gato con intereses privados y escucha como los juristas reciben a Hugo Rocco quien considera que el interés jurídico procesal puede dividirse en primario y secundario, siendo el primero aquel que consiste en el derecho público, autónomo y abstracto de poner en movimiento la actividad de los órganos jurisdiccionales, en tanto que el secundario es, la pretensión fundada o infundada de obtener una sentencia favorable.

Al gato los intereses privados lo han dejado insatisfecho, por lo que la mujer debe volver a llenar el tazón ahora con intereses públicos y le advierte que no tiene interés en seguir llenado su tazón, el gato come sin escucharla… el reloj marca un minuto de intereses contrapuestos que se dan respecto a un mismo sujeto y se resuelve por la ley, mediante prohibiciones… la araña ríe ante la idea de un minuto prohibido o limitado.

Los juristas abandonan la casa, llevándose consigo quizá el interés público y con él las pretensiones relacionadas con las necesidades colectivas de los miembros de de una comunidad… la mujer se instala en el diván y piensa en el interés, en aquellas pretensiones protegidas por la ley.

Llega el gato, al parecer el interés terminó por satisfacerle, el escarabajo epistemológico se percata de que es antes del atardecer, sin embargo, no tienen interés de ningún tipo de volar, por lo que sigue balanceándose tratando de alcanzar su colcha, la araña se acomoda nuevamente en el número 5 y trata de dormir, pero el reloj ha perdido los intereses contrapuestos y marca minutos escandalosos y la mujer se sumerge en la muerte de un juez ruso.

1 comentario:

  1. El interés en los bosques encantados aumenta mes a mes, coincidentemente este mes llegará al número infinito, número mágico, acaso se acumula el interés cual deuda usurera de la que podría algún día ser imposible de escapar... al estilo materialismo histérico.

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