miércoles, 17 de agosto de 2011

Divagación y Bien.





De: Laura Martínez Domínguez


La mujer está en el diván anaranjado comiendo una sandia muy roja, consulta a sus diosas con la intención de saber si es buena… llega el gato y le dice que se ha metido en un gran dilema, la mujer lo sabe…

Cuando el reloj marca una hora futura y alentadora, la araña se asoma del numero 8 y escucha infinitamente cómo el libro rosado dice que el Bien puede estudiarse como un término —o una expresión—, o como una noción —o un concepto—, o como una entidad — o la propiedad de una entidad, los habitantes de la casa empiezan a confundirse, por lo que ante tal confusión el libro rosado responde que el Bien es según la cual, tal expresión es reducida a la definición de 'x es bueno'.

El escarabajo que quiere ser epistemológico se balancea, turnándose de pata, sobre la orilla de la mesa y se pregunta por el alboroto que se oye en el patio, sin embargo, no se mueve, aun no es hora del atardecer por lo que no le apetece volar.

Sin embargo, los pájaros instalados en el árbol milenario avisan que han llegado filósofos sin nombre ni rostro, pero que al parecer tienen un entendimiento similar, ya que llegan los que entienden el concepto como un fenómeno mental y tienden a defender una concepción subjetiva del Bien y, por consiguiente, a proporcionar de él una definición en lenguaje psicológico.

La mujer no está segura de que esa sea una definición o por lo menos una respuesta convincente para su dilema… por lo que despide al primer grupo de filósofos los cuales salen por la puerta principal haciendo demasiado ruido.

En la mesa de la cocina están instalados con grandes vasos de jugo de arándanos los que entienden el concepto como un "objeto formal", distinto tanto de la expresión como del fenómeno mental y del objeto real, y que tienden a defender una concepción objetiva —u objetivo-formal— del Bien y, por consiguiente, a proporcionar de él una definición en un lenguaje que es llamado —impropiamente— lenguaje lógico. La mujer se pregunta si el jugo de arándanos salió de su cocina o ellos mismos lo trajeron… nadie responde.

La mujer ante la falta de respuestas, regresa al diván anaranjado y el libro rosado le dice que cuando el Bien es considerado como algo real, conviene precisar el tipo de realidad al cual se adscribe. Es menester, por lo tanto, saber si se entiende el Bien como un ente —o un ser—, como una propiedad de un ente —o de un ser— o como un valor. El gato arrastra su tazón y le pide a la mujer que le sirva un poco de entendimiento filosófico, pero la mujer lo único que logra encontrar en la alacena es un poco de Topos Uranos dejado por Platón.

El reloj marca un segundo abrumador y el libro rosado continúa diciendo que considerado como algo real, el Bien ha sido entendido o como Bien en sí mismo o como Bien relativamente a otra cosa. En ese momento entra Aristóteles y distingue entre el Bien puro y simple y el Bien para alguien o por algo, señala que el primero es preferible al segundo, pero debe tenerse en cuenta que el Bien puro y simple no es siempre equivalente al Bien absoluto; designa un Bien más independiente que el Bien relativo.

La mujer siente como de pronto las palabras del personaje salido de sus sueños toman sentido… el reloj le marca un segundo asfixiantemente pasado y Aristóteles y los escolásticos rechazan, por consiguiente, la doctrina platónica del Bien como Idea absoluta, o Idea de las Ideas, tan elevada y magnífica que, en rigor, se halla, como ha dicho Platón, "más allá del ser", de tal modo que las cosas buenas lo son entonces únicamente en tanto que participaciones del único Bien absoluto, en ese momento se van sin que la mujer pueda detenerlos para así entender mejor lo que tratan de decirle.

La araña busca una salida del reloj, y resulta que ha encontrado un túnel cavado al parecer por un lepidóptero que tiempo atrás corrió la misma suerte que ella, solo que dicho túnel tiene un inconveniente, el insecto era más pequeño que la araña y ahora está obligada a seguir cavando… el reloj aun no se percata del hecho dado que encontró horas moteadas y las reparte a placer a los habitantes de la casa.

La mujer consulta nuevamente a sus diosas, piensa en si es buena, en si conoce al bien de frente o se le confunde muy seguido con el mal, dado que a ninguno de los dos logra definirlos… el gato salta con ella al diván anaranjado y le avisa que aun requiere entendimiento filosófico, la mujer le dice que tome su turno.

Una hora moteada más y el libro rosado dice que la concepción del Bien como bien metafísico no excluye su concepción como bien moral; por el contrario, la incluye, aun cuando el Bien metafísico parece gozar siempre de una cierta preeminencia, especialmente en la ontología clásica.

La mujer le sirve al gato en lugar de entendimiento filosófico algo de filosofía kantiana, que ésta invenida en la citada preeminencia y dice que solamente la buena voluntad puede ser llamada algo bueno sin restricción, el Bien moral aparece como el Bien sumo. Algo de la filosofía Kantiana resulta incomprensible para el gato, por lo que deja de comer y decide volver a hacerlo cuando sepa exactamente de qué habla el filósofo.

La araña cansada de cavar, deja un segundo su labor y se instala en el número dos, de un tiempo para acá las diadas tienen algo de misterio seductor.

La mujer una vez más regresa al diván anaranjado y se da cuenta de que el nominalismo extremo del Bien lo reduce a una expresión lingüística; que el realismo extremo lo define como un absoluto metafísico y como el nominalismo extremo no permite hablar del Bien, y como el realismo extremo hace imposible considerar nada excepto el Bien en cuanto tal como bueno, lo plausible es adoptar una posición intermedia. Sin embargo, es inevitable adoptar una posición en esta controversia. Y como toda posición en la doctrina de los universales es el resultado o de una decisión previa o de una ontología previa, resulta que la definición dada del Bien, en la medida en que se efectúe en el nivel filosófico y se pongan entre paréntesis tanto las "creencias" como las conveniencias, es últimamente el resultado de una decisión o de una ontología. Lo que no significa que tal decisión o tal ontología tengan que ser arbitrarias; significa que son primarias y que preceden en el orden de las razones a toda dilucidación acerca del Bien… por lo que se da cuenta de que el bien es algo así como la deliberación para llegar a ser feliz o mejor aun para ser éticamente correcto.

El gato duerme junto a ella, la araña ha reanudado su labor de cavar hasta salir del reloj que ha encontrado las horas moteadas mas encantadoras y que ahora marca sin más arbitrio que sus ganas, el escarabajo epistemológico decidió que le apetecía volar, por lo que el reloj le dio un moteado antes del atardecer y la mujer abandona el diván para entrar en campos justos y legales.

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