miércoles, 10 de agosto de 2011

Acciones Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez

La mujer está en el diván anaranjado, busca al libro rosado y éste le dice que se llama acción y asimismo acto a la operación de una potencia, la mujer no logra entender el contexto de sus palabras, quizá sucedió que el libro rosado esta mañana no tenía otra intención que simplemente hablar sin mucho sentido.

Llega el gato, viene del jardín y trae a un grupo de escolásticos arrastrando ya que suelen oponer acción a pasión. "La acción de acuerdo con la primera imposición del nombre señala el origen del movimiento, la mujer los rescata y deja que el gato se encarame en el diván… la mujer empieza a temer que la acción del libro rosado hará que los filósofos empiecen a deambular por su casa…

Sin embargo, es el libro rosado quien continua hablando como si la vida misma se le fuera en aquello que dice y continua afirmando que Metafísicamente, la noción de acción es interpretada con frecuencia como designando un llegar a ser (fien) a diferencia del ser (me).

El gato reclama un urgente llenado de tazón y la mujer le sirve de las llamadas filosofías de la acción, que son filosofías activistas y dinamicistas; puesto que para ellas la acción es el rasgo primario de la realidad, lo que no sea acción es considerado o como derivado de ella o como opuesto a ella, el gato las observa lentamente preguntándose si serán comestibles, al cabo de un rato y con mucho cuidado, empieza a comer.

El libro rosado ahora está sobre la mesa de la cocina y dice que en muchos casos se contrapone la acción a la contemplación y se sostiene el primado de aquélla sobre ésta o viceversa, en ese preciso instante llega San Buenaventura estableciendo una distinción entre la luz superior o luz de la gracia, la luz interior o del conocimiento filosófico, luz inferior o del conocimiento sensible y luz exterior o luz del arte mecánica puede valer como ejemplo de la concepción clásica de la acción, donde ésta es, en el mejor caso, acción interna y, por lo tanto, concentración de la acción y de la contemplación en una realidad única.

El reloj atormenta a la araña con la manecilla pequeña marcándole horas absurdamente repetidas, la araña despertó sin ápice de ganas de buscar la salida, pero dado los últimos sucesos, empieza a reconsiderarlo…justo en una de esas horas aparece Goethe, con un idealismo alemán y también el de la formulación de una tesis que como "La Acción era en un principio" parece estar destinada a sustituir al "Logos" como principio superior, la mujer abandona el diván e invita a Goethe a tomar una taza de café preguntándole dónde ha dejado a Mefistófeles.

La araña abandona la idea de sentarse en el número diez, pero el reloj empieza a marcar siglos por lo que en el curso del siglo XIX y parte del XX con diversas doctrinas. Marxismo, historicismo, pragmatismo, afirmación de la voluntad de poder, suposición de que la acción resuelve los nudos forjados por la teoría, reducción del campo de aplicación de la inteligencia, voluntarismos de diversas especies, la mujer piensa que el reloj se ha contagiado de la locura incipiente del libro rosado.

Acabados los siglos, o quizá aun dentro de ellos Blondel habla, en efecto, de la acción como de algo que comprende y abarca el pensamiento sin anularlo; la filosofía de la acción es, así, simultáneamente, una "crítica de la vida" y una ciencia de la práctica y de este modo distingue su filosofía de todo "activismo" pragmatista como el que ha sido defendido por James, Schiller o Dewey, quienes tratan de intervenir pero Blondel los interrumpe diciendo que el activismo pragmatista sacrifica la verdad a los efectos o resultados prácticos; la mujer observa como el activismo de Blondel hace de la verdad una visión directa del dinamismo en que todo ser consiste.

La mujer se sienta en el diván anaranjado, trata de pensar en la acción pero es interrumpida por el libro rosado, quien aun no recupera la cordura y ahora corre por toda la habitación diciendo que cuando se habla de "acción" conviene precisar en todo caso en qué sentido se entiende ésta y, sobre todo, conviene señalar si se concibe como aquello que se opone al pensar o bien como aquello que incluye el pensamiento.

La mujer decide guardar al libro rosado, el reloj marca un segundo lleno de coincidencia y en ese instante Dewey habla, de un "idealismo de la acción", entienden todos ésta como una realidad primaria que explica, no suprime, el pensar.

El gato ha terminado con las filosofías de la acción, al parecer no fueron muy de su agrado, el libro rosado mueve la caja donde ha sido guardado, el reloj ha dejado los segundos y ahora se entretiene con instantes suspendidos, en tanto que la araña busca la salida anhelada…

La mujer se sienta en el diván anaranjado, invita a Goethe a sentarse con ella, quien por cierto llega con Fausto y Mefistófeles…

2 comentarios:

  1. Hay días para Goethe, en los cuales la acción queda interrumpida.
    Es que es un poco extraño hablar de acción como tal. Prefiero movimiento. Fonemas más, fonemas menos.
    Movimiento como aquello que nos mantiene oscilando por la vida, lo que nos impulsa, lo que quizás en muchas ocasiones acaba lanzándonos hacia mundos desconocidos.

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  2. Diría Goethe que la gloria en sí misma no es nada y que sólo se significa en la acción.
    Definitivamente algunas acciones son demasiado pasivas pero hay en cambio pasividades que lo son sólo en apariencia ya que son en extremo accionantes (accionadoras o reaccionadoras) ...hablo por supuesto de la materia dispuesta.

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