miércoles, 4 de enero de 2012

Devenir Divagante.




De: Laura Martínez Domínguez


El gato salta al diván anaranjado, trae las patitas húmedas, resulta que salió a la calle y tuvo la suerte de pararse justo sobre algo pegajoso, la mujer lo hace bajar del diván y el reloj le marca una hora socarrona.

El libro rosado se une a las risas mientras dice que el galicismo 'devenir' es ya de uso corriente en la literatura filosófica en lengua española. Su significación no es, sin embargo, unívoca. A veces se usa como sinónimo de 'llegar a ser'; a veces se considera como el equivalente de 'ir siendo'. La mujer se pregunta de dónde viene la palabra devenir, en esta ocasión no fue idea del personaje aquel salido de tus sueños… la mujer va hacia la cocina esperando saber el origen de esa palabra.

Ahí encuentra a los filósofos jónicos quienes dicen que devenir es el “principio de la realidad que tenía como uno de sus rasgos capitales el ser una entidad que subyace en todo cambio y que explica, junto con el cambio, la multiplicidad de las cosas”. La mujer intenta hacerles una pregunta, pero estos para variar huyen y en su lugar aparecen los pitagóricos quienes hicieron lo propio, pero pensaron hallar el principio del devenir y de lo múltiple en una realidad ideal: las relaciones matemáticas. El gato salta de gusto al encontrarlos junto a su tazón.

Mientras el gato juega con los pitagóricos enredándolos en algoritmos, del reloj y de un minuto sin sentido desciende Heráclito quien hizo del propio devenir, el principio de la realidad, introduciendo con ello en el pensamiento filosófico un giro que ha sido considerado a veces como "heterodoxo”.

La araña se percata de que Parménides y los eleatas están a su lado, quienes además adoptaron al respecto una posición opuesta a la de Heráclito. En vista de que la razón no hace presa en el devenir, declararon que la realidad que deviene es puramente aparencial: el ser verdadero es inmóvil: frente al "todo fluye" de Heráclito, los elatas proclamaron, pues, el "todo permanece". Heráclito los mira con indiferencia y escapa antes de ser atrapado por una patita húmeda del gato.

El reloj marca un segundo disparatado en el que llegan Empédooles y Anaxágoras quienes admitieron la existencia de varias substancias (en cantidad limitada las de Empédocles; en cantidad ilimitada las de Anaxágoras) que no devienen, pero cuyas combinaciones permiten explicar el hecho del devenir. El escarabajo los ínsita a explicarlo, pero estos abandonan la sala discutiendo entre ellos.

Llega Demócrito quien lo entendió en un sentido cuantitativo; devenir es desplazamiento de átomos en sí mismos invariables, sobre un fondo de no ser o extensión indeterminada. Todos los habitantes de la casa lo miran interrogantes, pero Demócrito es interrumpido por Platón quien llega con una tendencia general de es hacer del devenir, una propiedad de las cosas en tanto que reflejos o copias de las ideas. Tales cosas son justamente llamadas a veces lo engendrado o devenido.

La mujer los escucha e intenta pensar en el devenir hasta que llega Aristóteles criticó ante todo las concepciones sobre el devenir propuestas por los anteriores filósofos. Dicho lo cual sale de la casa mascullando cosas en griego antiguo.

Aparece Santo Tomás quien señalaba que el cambio es la actualización de la potencia en tanto que potencia, y por eso hay devenir cuando una causa eficiente lleva, por así decirlo, la potencia a la actualidad, y otorga al ser su perfección entitativa.

El gato arrastra su tazón metálico a fin de que se lo llenen generosamente, la mujer le sirve un poco de filosofía moderna la cual se ha tendido a considerar el propio Devenir como el motor de todo movimiento y como la única explicación plausible de todo cambio. El gato la come sin mucho entusiasmo, recordando con nostalgia aquellos tiempos en donde su tazón era llenado con felicidad aristotélica almacenada para los momentos difíciles.

Entra Hegel, para quien el devenir (Werden) representa la superación del puro ser y de la pura nada, los cuales son, en último término, idénticos. Todos prestan atención a sus palabras, pero a veces es tan difícil entenderlos, por lo que el filósofo decide tomar asiento y empezar a hablar en diferentes idiomas rápidamente.

La mujer huye al diván anaranjado odia esa manía de los filósofos por hablar en otro idioma sabiendo que los demás no entenderán una palabra. El gato le da la razón mientras arrastra a Bergson quien ha llegado a concebir el ser como una inmovilización del devenir. Splenger trata de rescatarlo mientras dice que lo devenido es lo que se halla impregnado de extensión y "se encarna en el número matemático", en tanto que el devenir es lo orgánico, lo que posee dirección, irreversibilidad e historia.

El escarabajo se balancea en la mesa instalada junto al diván y observa como Alberto Rouges ha considerado que hay dos especies de devenir: el devenir físico —que, por la imposibilidad de conservar el pasado, se reduce a un continuo nacimiento y anonadamiento del ser—, y el devenir espiritual — el cual permanece sin ser idéntico.

La mujer aun no logra entender exactamente a lo que se refieren con devenir, pero el movimiento o la falta de él, de pronto tienen más sentido, quizá sus días devengan en algo mejor, el gato está cansado de perseguir filósofos por lo que pide permiso para subir al diván, el reloj se divierte diciendo que son las 7:16 aunque en realidad la hora es otra siete horas antes, la araña se pregunta por dónde habrán entrado Parménides y los eleatas, los cuales desaparecieron sin dejar rastro, y así la mujer regresa a la realidad en donde tiene puesto es disfraz de la profesión aprendida de memoria.

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