miércoles, 18 de enero de 2012

Divagaciones en Eterno Retorno




De: Laura Martínez Domínguez


La mujer se sienta en el diván anaranjado, llega a casa luego de una comida frente a una inmensidad que si bien es finita también es húmeda, el personaje de las partículas elementales la invito a huir con él.

El gato salta al diván anaranjado diciendo que el libro rosado ha enloquecido y ahora corre por la sala diciendo algo así como que es la doctrina según la cual el universo nace y perece en una sucesión cíclica. La mujer y el gato tratan de entenderle, sin embargo, el libro rosado lo repite una y otra vez, cual mantra.

El reloj marca un segundo que al parecer suena a despedida, mientras en el jardín se habla, en efecto, de Kalpas, es decir, de períodos que van desde el nacimiento hasta la destrucción de un mundo. La duración de cada Kalpa es indeterminada, pero se supone muy grande, posiblemente, varios millones de años. El nacimiento del mundo tiene lugar por condensación extrema; su final, por una conflagración. El número de Kalpas es infinito, de modo que el proceso cíclico es eterno.

Con el cuarteto de ardillas sordas llega Heráclito, según el cual el mundo surge del fuego y vuelve al fuego según ciclos fijados y por toda la eternidad, es una forma de la doctrina del eterno retorno. El gato salta de alegría al verlas, pero el cuarteto de ardillas sordas apenas se detienen un segundo y salen apresuradamente abandonando el diván anaranjado, que por cierto siempre es el equivocado.

Lo cierto es que al parecer lo mismo ocurrió con muchos pitagóricos y en particular con los estoicos, que tomaron en parte su cosmología de Heráclito y la sordera de las ardillas.

El escarabajo entra tranquilamente preguntando quienes son las ardillas que acaban de salir apresuradamente, el gato le responde que en realidad nadie está seguro de quienes sean.

La araña despierta enredada entre Alkindi, Avicena, Averroes —y también el llamado averroísmo latino— quienes admitieron una reaparición periódica de los acontecimientos, una evolución circular del mundo único regido por la revolución eterna de los astros, trata de gritar pero el reloj le marca el segundo exacto en el que los filósofos se desenredan y se van.

En la sala se encuentran los autores cristianos quienes no podían admitir, en cambio, la idea de un eterno retorno; "lo que pasa" no vuelve a pasar, porque es historia, y hasta "drama". La mujer ríe ante semejante exclamación, ella al menos no concibe la vida tan lineal, tan plana, tan finita.

Una vez más el reloj les marca un minuto de aquellos conocidamente tediosos y pegajosos en los que sin aviso alguno el cuervo medieval ataviado con bufanda irrumpe en el jardín asustando a los pájaros que habitan el árbol de naranjo sembrado milenariamente, el gato sale para averiguar con mayor detalle lo que sucede y estos le contestan que simplemente es la cotidianidad que se les escurre por entre las plumas todos los días.

En tanto en la cocina Nietzsche ha formulado la doctrina del eterno retorno (die ewige Wiederkunft) al suponer (o imaginar) que, en un mundo en donde los átomos sean indestructibles y finitos, las infinitas combinaciones posibles de los mismos en la eternidad del tiempo darán un número infinito de mundos entre los cuales estará comprendido un número infinito de momentos iguales. La mujer lo escucha con atención e incluso le ofrece una taza de té negro servido en tazas extra grandes y de colores melancólicos.

Nietzsche acepta y en ese instante llega Unamuno quien uniéndoseles llama a la doctrina del eterno retorno "una formidable tragicomedia" y un "remedo de la inmortalidad del alma"… el gato aparece en la cocina con Jaspers colgando de una oreja, quien ademas supone que la doctrina nietzscheana del eterno retorno es exclusivamente ética y en modo alguno cosmológica (o mitológico- cosmológica): lo que tal doctrina tiende a mostrar es que el hombre es responsable por sus acciones de un modo definitivo, hasta el punto de que cada una de sus acciones se repite un número infinito de veces, la mujer lo libera del gato y le invita a tomar té en aquellas tazas extra grandes.

En el minuto mismo que se recuerda a la traición vivida en un constante eterno retorno, llega Heidegger quien además de hablar desde esa traición hace de la doctrina del eterno retorno nietzscheana uno de los elementos fundamentales de la destrucción de la metafísica occidental". La mujer pasa por alto la traición, que aunque nunca la habrá de olvidar sabe que la ha perdonado, por lo que lo invita a tomar también una taza de té negro.

Luego de despedir a los filósofos la mujer regresa al diván anaranjado donde por cierto encuentra al gato dándose un espectacular baño de lengua y relamiéndose los bigotes aun con aquellas migajas metafísicas que podrían ser de neokantianos en paquetitos exactos o de neoplatónicos en cubitos, incluso de estoicos en tiritas, es difícil saberlo, porque su debilidad por la comida esférica podría ocasionar que sean neo pitagóricos en bolitas.

La araña aun no se da por vencida, por lo que salta a la manecilla y se da cuenta que ha encontrado su raña, por lo que con bríos renovados emprende la búsqueda de la salida del reloj aunque sabe que es la misma acción repetida hasta el infinito, el eterno retorno de la búsqueda de la salida, del tratar de entender en qué punto fue arrojada a un reloj o si ella misma eligió este encierro.

En ese instante llega G. Gamow, cuya teoría al respecto se parece extraordinariamente, en sus líneas más generales, a los precedentes más remotos de la doctrina del eterno retorno; en efecto, en esta cosmología contemporánea interviene la noción de condensación extrema de la materia y su expansión hasta alcanzar un estado de rarefacción extrema, a partir del cual se produce de nuevo la condensación y así hasta el infinito.

La mujer lo despide y se pregunta porque el cerdo metafísico desapareció sin razón aparente, también donde quedo la caja que contenía la abstracción lógica que el personaje aquel salido de sus sueños le regaló una tarde cualquiera, se pregunta también por el destino mortal que tuvieron las hormigas invasoras y causantes de la desaparición de su diván anaranjado… el numero 7 y una Palomilla Apocatastásica la hacen sonreír al imaginársela balanceándose en él… la mujer también se pregunta qué sería de su historia sin ese personaje de las partículas elementales que en cien días le dijo que tenía que desafiar al alba y a sus asesinos.

El gato incita a la mujer a que le rasque el estomago dado que está destinado a ello y la mujer lo hace sabiendo que esta historia solo pone una pausa hasta que el reloj les marque la hora de empezar de nuevo en un eterno retorno.

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