martes, 20 de septiembre de 2011

Conocimiento y Divagaciones




De: Laura Martínez Domínguez


La mujer se sienta en el diván anaranjado, los días vividos los siente extraños, viciados y no por caricias, sino por golpes epifánicos… por ello una vez más regresa al diván, para que la soledad cruda desaparezca a los vicios de los días y las horas.

Pero la costumbre de su casa es que todo fluya alrededor del diván anaranjado, de que siempre aparezcan seres y filósofos e incluso Palomillas Apocatastasícas o personajes de partículas elementales.

El reloj, también quisiera descansar de marcar el tiempo, pero resulta que le ha adquirido un pajarito simpatiquísimo que canta cada vez que el marca una hora con la manecilla pequeña, por lo que ahora marca horas como quien marca minutos.

El gato llega con varias cosas enredadas en la cola, entre ellas tres preguntas ¿Qué es el conocimiento?", "¿En qué se funda el conocimiento?", "¿Cómo es posible el conocimiento?, la mujer se las desenreda y escucha como el libro rosado le dice que la pregunta: "¿Qué es el conocimiento?" fue a menudo formulada entre los griegos en estrecha relación con la pregunta: "¿Qué es realidad?"… la mujer espera ver a varios filósofos griegos entrar por la puerta, pero en lugar de ellos llega la Fenomenología del conocimiento y les dice el libro rosado que esto es entendiendo el término 'fenomenología' en un sentido muy general, como "pura descripción de lo que aparece", la fenomenología del conocimiento se propone describir el proceso del conocer como tal, es decir, independientemente de, y previamente a, cuales- quiera interpretaciones del conocimiento y cualesquiera explicaciones que puedan darse de las causas del conocer.

El pajarito simpatiquísimo canta de nuevo, dado que el reloj no puede dejar de marcar horas, incluso exactas y el libro rosado grita desde la mesa que está entrando la Posibilidad del conocimiento, la cual responde a la pregunta "¿Es posible el conocimiento?", se han dado respuestas radicales: una es el escepticismo, según el cual el conocimiento no es posible y otra el dogmatismo, según el cual el conocimiento es posible; más aún: las cosas se conocen tal como se ofrecen al sujeto.

De pronto y sin siquiera tocar a la puerta entran los escépticos moderados que suelen mantener que hay límites en el conocimiento seguidos por los dogmáticos moderados quienes suelen sostener que el conocimiento es posible, pero sólo dentro de ciertos supuestos, salen apresuradamente atropellando a Descartes, que propone el Cogito, ergo sum mientras se sienta a esperar a Kant, quien establece lo que puede llamarse el "plano trascendental". El libro rosado explica que en el primer caso, conocer es partir de una proposición evidente (que es a la vez resultado de una intuición básica). En el segundo caso, conocer es sobre todo "constituir", es decir, constituir el objeto en cuanto objeto de conocimiento.

La mujer se instala en el diván, sabe que el conocimiento se ha instalado en su casa, por lo que trata de entender que es conocer, y el libro rosado le dice que casi todas tienden a concebir el conocimiento no sólo como una actividad intelectual, sino también como una actividad fundada en motivos intelectuales, aislados, o aislables, con respecto a cualesquiera otros motivos.

Algo no le queda claro, algo del conocimiento se le escapa, el personaje salido de sus sueños dice que ella solo conoce, pero nunca sabe, como si solo memorizara datos, aprendiera letanías de memoria, pero al parecer el conocimiento va mas allá, el libro rosado le dice que ciertas posiciones, especialmente desarrolladas en la época contemporánea, pero precedidas por ciertas corrientes, entre las cuales cabe mencionar a Nietzsche y a Dilthey, han intentado preguntarse por el fundamento del conocimiento en distinto sentido: en función de una más amplia "experiencia". Como resultado de ello la teoría del conocimiento no ha consistido ya en una "filosofía de la conciencia" como "conciencia cognoscente".

La mujer deja que el gato se suba con ella al diván anaranjado, el reloj esta triste porque el pajarito simpatiquísimo ha emigrado hacia otro reloj menos voluntarioso, la araña recién despierta por lo que no se enteró que el conocimiento invadió la casa, al igual que el escarabajo epistemológico que al parecer se ha extraviado porque nadie logra encontrarlo, los últimos filósofos se despiden y la mujer se apresura debe imbuirse en un traje conocido y repetir lo que conoce de memoria.

2 comentarios:

  1. "La mujer seguía, vestida de reloj" con su tristísima mirada fija en mí"
    Aguilera, M. (2003) Cuentos para desués de hacer el amor. (pp. 64)

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  2. Me intriga el Pajarito simpatiquísimo", ese grado superlativo es sospechoso. :)

    Pero me agrada que siga existiendo esa: "posibilidad de conocimiento" y mientras ésta exista, seguirá habiendo un motivo para seguir.

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