miércoles, 13 de julio de 2011

Creaciones Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez

La mujer escucha el ruido de la cotidianidad invadiendo su casa, el cuervo medieval ataviado con bufanda los visita de tanto en tanto y gusta de asustar al escarabajo que casi deja de ser epistemológico; la araña riñe al reloj por no dejarla sentarse cómodamente en la manecilla grande, en tanto el gato arrastra su tazón sin más razón que el placer de hacerlo.

Del libro rosado aparece un término que es amalgama de conocido y extraño, la creación toma sentido o al menos forma frente a la mujer instalada en el diván anaranjado, la cual puede entenderse filosóficamente como producción humana de algo a partir de alguna realidad preexistente, pero en tal forma que lo producido no se halle necesariamente en tal realidad, la mujer ciertamente se reúsa a seguir escuchando sobre la creación, teme que hablen de Dios, de la divinidad y de todo el rito.

Al parecer nadie la escucha, el libro rosado continúa impertérrito diciendo que el creador, y más específicamente el artista, han sido a veces comparados con un domiurgo y a veces con un Dios — con un Dios, sin embargo, finito, y sólo capaz de producir cosas finitas, por valiosas y hasta sublimes.

Aparece Filón de Alejandría al parecer perdió algo abstracto y poco conocido y al entrar en la casa no encontró otro término que el verbo crear "construir", "fundar", pero parece que lo empleó en el sentido de "crear de la nada".

A la mujer no le queda más remedio que seguir leyendo al libro rosado, en tanto el gato trae consigo el tazón porque ha oído que el libro rosado ha mencionado algo sobre los neoplatónicos y espera que le sirvan un poco; sin embargo, es ignorado por que el concepto del emanantismo neoplatónico toma el primer plano, ya que se limitaba a transponer a la realidad lo que es simple operación del espíritu. A lo cual Jean Guitton, dice que si esta imagen es una imagen dinámica, se adoptará con toda naturalidad el procedimiento o proceso de la inteligencia humana como mecanismo de la acción creadora". La mujer los escucha con detenimiento, piensa en la creación más allá de la divinidad…

Sin embargo, Santo Tomás no se lo permite dado que llega precisando que la nada de la cual se extrae el algo que se lleva a la existencia (y, por supuesto, el "extraer" es aquí solamente una metáfora) no es comprensible por analogía con ninguna de las realidades que pueden servir para entender una producción no creadora; no es, en efecto, una materia, pero tampoco es un instrumento y menos todavía una causa… la mujer no logra entender a cabalidad las palabras del filósofo, por lo que lo deja en la cocina buscando algo en la alacena y se escabulle hasta su diván.

En el camino se encuentra con Leibniz diciendo que la criatura depende continuamente de la operación divina, de modo que no seguiría existiendo si Dios no continuara obrando… la mujer de pronto imagina títeres, marionetas, abulias… el gato corre hacia ella y le comunica que en la cocina, mientras buscaban frituras emanadas, Santo Tomas y Descartes empezaron a discutir y ahora acaloradamente, se lanzan ideas de un lado al otro lado de la mesa en donde Santo Tomás sostiene que la conservación de las cosas por Dios no se efectúa por ninguna nueva acción, sino por la continuación de la acción que da el ser. Y Descartes proclama la momentaneidad esencial de cada instante del tiempo y del mundo, sostenidos siempre por la incesante operación divina.

Santo Tomás, dice que "Dios conserva el ser de un mundo de formas substanciales y esencias", esencias que "definen seres en movimiento" (y movimiento que es a su vez una realidad concreta, bien que de orden imperfecto, que constituye la substancia misma de la duración). Descartes toma la siguiente idea y dice, mientras se la lanza a Santo Tomas que "Dios conserva simplemente estados sucesivos de un mundo donde ninguna realidad substancial permanente se interpone entre la acción de Dios y el estado actual de cada ser".

Todos los habitantes de la casa los miran con interés, temen por la integridad física de la tazas e incluso de las sillas dado que los filósofos se encuentran en estado de frenesí, por lo que el libro rosado decide poner fin a la discusión aclarando lo que cada uno de ellos quiere decir, diciendo que dicho de otro modo, mientras que en la opinión de Santo Tomás "Dios conserva el hombre, y la permanencia substancial del hombre asegura la continuidad de su pensamiento", en la de Descartes "Dios conserva a cada instante un pensamiento cuyo ser no puede franquear el instante presente sin que lo renueve la creación continua, los filósofos no están del todo conformes con la conclusión por lo que salen por la puerta de la cocina, dirigiéndose cada uno a su respectiva época.

Pasados algunos minutos, marcados por un reloj que más que suspenderlos en esta ocasión los hace pegajosos, entra Spinoza, quien desarrolla una cierta forma de panteísmo a la vez que sigue utilizando los conceptos de creación y de creación continúa.

El gato encontró a Bergson justamente cuando afirmaba que la realidad no es una "cosa", sino una acción, un ímpetu, y que sólo puede aprehenderse mediante intuición, el gato, al no encontrar relación con lo anteriormente discutido arrastra al filosofo hasta la cocina, donde por cierto encuentran a Whitehead quien afirma que la creación es una categoría última destinada a superar las dificultades ofrecidas por la vaciedad —reductible últimamente al racionalismo— de la clásica noción de substancia y de todas aquellas que, sin ser explícitamente substancialistas, tienden a lo estático.

De pronto algo sucede, la casa parece suspendida en una dimensión que podría ser cualquiera incluso en esa misma en la que los demás se encuentran y aparece la "teoría del universo en estado estacionario", propuesta por H. Bondi, T. Gold y F. Hoyle y según la cual se crea continuamente materia del espacio vacío — un átomo de hidrógeno en una superficie de varios metros cúbicos en el curso de millones de años, lo que hace imposible por el momento una comprobación experimental… nadie entiende cómo es que de la creación pasaron a la intuición del ímpetu y por último a una teoría que dice que el universo esta en un estado estacionario.

El reloj marca un minuto sorprendente incluso para el personaje de las partículas elementales, el gato ha dejado de arrastrar su tazón y ahora se encarama en una silla del jardín a enterarse de las últimas novedades, de las cuales los pájaros le dan razón, la araña busca la salida del reloj, pero al parecer ya sin desesperación sino solo con costumbre, la mujer se sienta en el diván anaranjado y piensa en la creación, imagina la fantasía sórdida de ser Dios y tener marionetas a su encargo, en ser ese gran creador que hace que las cosas aparezcan de la nada… la mujer abandona la fantasía y regresa a aquellos relatos sobre brujas medievales.

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