martes, 3 de mayo de 2011

Divagaciones Infinitas.




De: Laura Martínez Domínguez.

La mujer observa que la manecilla grande del reloj se encuentra en el número 8, la araña se percata de lo mismo, por lo que decide sumergirse en ese infinito numérico… la mujer acaricia al gato mientras piensa en el infinito.

Busca al libro rosado y éste le dice que el infinito es algo indefinido, por carecer de fin, límite o término. La mujer encuentra a la definición algo redundante, por lo que sigue buscando y descubre que el infinito no es ni definido ni indefinido, porque con respecto a él carece de sentido toda referencia a un fin, límite o término, las definiciones siguen apareciendo: el infinito es algo negativo e incompleto, el infinito es algo positivo y completo; el infinito es algo meramente potencial: está siendo, pero no es; el infinito es algo actual y enteramente dado, la mujer las observa tratando de entender y recordar porqué el infinito llamó su atención.

No tiene tiempo de hacerlo dado que en ese momento el reloj marca un minuto carente de infinidad y aparecen los griegos quienes rechazan el infinito o inclusive manifiestan horror hacia el infinito, en gran parte por considerar que la razón era impotente para entenderlo. La mujer está a punto de unirse a tal manifestación pero llega Rodolfo Mondolfo el cual ha escrito que la mente griega posee una poliedricita esencial y que es inadmisible la leyenda de una refractariedad del genio helénico para la comprensión del infinito… el gato se confunde, y al parecer los griegos también, porque abandonan la habitación.

La araña continúa en el número 8 y aparece Spengler, el cual opone la tendencia griega y apolínea hacia lo limitado y lo formado, a la tendencia apasionada, fáustica, hacia el infinito, característica de la cultura que dicho autor llama precisamente "fáustica". La mujer busca fáustica y encuentra a Fausto inmerso en ella.

El gato salta del diván porque descubre que debajo de él esta Heinz Heimsoeth quien sostiene que para el pensamiento y el sentimiento de la antigüedad, lo finito posee un valor superior a lo infinito, el gato no lo conocía pero lo encuentra particularmente divertido, el filósofo trata de escapar, pero el gato le ha puesto una patita encima.

En ese mismo instante aparecen los pitagóricos quienes incluían "lo finito" en la serie de la "tabla de oposiciones" en la cual se hallan la luz, lo masculino, etc., y lo "infinito" en la serie de dicha tabla donde se hallan la oscuridad, lo femenino, la mujer le indica al gato que ellos merecen ser atusados, dada la irreverencia.

Tocan a la puerta y aparece Anaximandro diciendo que su idea del apeirón entra dentro de la noción de lo infinito en un sentido amplio, pero también aquí parece tratarse de algo que carece de determinación, por lo que el apeirón es lo indeterminado más bien que lo infinito, esto hace que la mujer recuerde al personaje de las partículas elementales… Demócrito interrumpe sus recuerdos y le dice que puesto que no hay en principio un número determinado de átomos, puede decirse que los átomos son infinitos en número, y también es "infinito" el vacío en el cual se hallan los átomos.
De pronto el gato trae a Parménides sobre su lomo y la discusión sobre el ser se hace obvia porque tratan de determinar si es finito o infinito, pero Parménides lo compara con una esfera bien redondeada y así parece que se trata de algo finito, a menos que sea algo que, por ser perfecto, es a la vez infinito por no tener fin y cerrado. El gato lo hace bajar y lo deja marchar sin siquiera intentar atusarlo.

El escarabajo hoy no ha querido volar, esta con las ocho patas al aire agitándolas infinitamente hasta que aparece Platón con la noción de infinitud al tratar conceptos como la unidad o "lo uno", no "lo uno" de cosas tales como "un hombre" o "un buey", sino "lo uno como lo uno" del "hombre uno", del "buey uno", etc. La mujer no sabe cómo entender las palabras de Platón por lo que regresa al diván preguntándose porque le interesa el infinito.

Encuentra a Aristóteles sobre el diván y éste le dice que ha sido frecuentemente citado en los comienzos de la época moderna como el filósofo que abogó por un universo "cerrado" y "limitado" a diferencia del universo "abierto" e "ilimitado" (en rigor, infinito) de muchos autores modernos, la mujer no sabe si su comentario es de queja infinita o simplemente información limitada.

La araña se aburre de pasar horas infinitas en un numero, por lo que deambula por el reloj y así logra oír que los estoicos se opusieron a la idea aristotélica de un universo finito, y concibieron el cosmos como realidad existente dentro de un vacío que se extiende por doquier al infinito, la araña pasa de las horas aburridas a los minutos vacíos, lo que le da una idea maravillosa al reloj, quien empieza a marcar segundos finitos, vacios y reales.

Al tercer segundo finito aparece Proclo que trata de lo infinito en cuanto infinito positivo partiendo de lo Uno. Lo Uno es la infinitud misma; es auto-infinitud.

San Buenaventura, envía una carta diciendo que hay un infinito que se constituye por oposición a lo simple, tal como una masa infinita, y un infinito que es simple. Este último infinito es el que corresponde a Dios y sólo a Él. En dicha carta también escribe Santo Tomás y él señala que el primer principio es, en verdad, infinito, pero no es, como suponían algunos filósofos antiguos, un cuerpo. Es en todos los casos un infinito distinto de cualquier posible infinito material. La mujer la recibe y la archiva en la cajita pequeña, la de las cartas milenarias enviadas desde la mística.

El gato llega a la cocina y espera que su tazón sea llenado la mujer sirve en él a casi todos los filósofos modernos, especialmente los "racionalistas" —que se ocuparon de estas cuestiones más a menudo y con mayor detalle que los "empiristas"—, sostienen la infinitud del mundo y, en todo caso, hacen amplio uso de la noción de infinito en sus especulaciones. El gato tiene ganas infinitas de saborearlos, por lo que la mujer lo deja y va a abrirle la puerta a Descartes quien defendió la idea de la infinitud del mundo, indicando que esta idea, que fue expuesta por Nicolás de Cusa, no fue reprobada por la Iglesia, ya que concebir la obra de Dios como algo muy grande es justamente honrar a Dios. Sin embargo, Descartes advierte —sea por convicción, sea por prudencia— que hay una diferencia entre su concepción del cosmos y la de Nicolás de Cusa, y es que mientras el último dice que el mundo es "infinito", Descartes proclama que es indefinido.

De pronto en la sala sucede que Henry More, Samuel Clarke, Newton y Leibniz discuten cuestiones tales como la de si el universo es infinito; si el espacio es infinito, pero si la materia —"el mundo"— es finita, esto es, si hay o no espacio "fuera del mundo" Ello explica en parte las polémicas entre Leibniz y los newtonianos — especialmente entre Leibniz y Clarke. Leibniz es claramente "infinitista". Pero su "infinitismo" es en muchos respectos distinto del de More, Newton, Clarke y, desde luego, Spinoza. El infinitismo de Leibniz es de carácter "pluralista" y corresponde a la estructura a la vez pluralista e infinitista de su metafísica monadológica.

La mujer sabe que podrían estar durante horas que no solo podrían ser infinitas sino que redundarían en el eterno retorno de saber incluso cual es el origen de cada una de las palabras con las que hablan, por lo que los deja, y regresa al diván, no ha logrado recordar su interés por el infinito, quizá solo sea su anhelo infinito de silencio, quizá las infinitas ganas de huirle a esta vida que se empeña por ser suya… el escarabajo ha dejado de agitar las ocho patas, permaneciendo en la mesa junto al diván, la araña esta abrumada por tanto infinito, por lo que sabe que no volverá al número ocho hasta pasado un tiempo… el gato se encarama en el diván con Newton en una oreja, la mujer trata de desenredarlo pero éste se niega… en tanto el reloj continua con las horas finitas, llenando la casa de un vacio cósmico e infinito.

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