miércoles, 20 de abril de 2011

Míticas Divagaciones



De: Laura Martínez Domínguez

El gato esta en el diván viendo como el reloj marca el minuto más aburrido que pueda tener una hora, la araña salta del número 7 al número 5, sin más intención que la de pasar el rato, de igual manera debe permanecer dentro de ese reloj.

La mujer llega con la palabra mito colgada del cabello, se le enredó hace días, pero aun no sabe con exactitud qué hacer con ella, por lo que acude al libro rosado y este le dice que se llama "mito" a un relato de algo fabuloso que se supone acontecido en un pasado remoto y casi siempre impreciso.

Imprecisión es con lo que más cuenta su vida en estos momentos, por lo que no le sorprende encontrar a José Echeverría en la sala de su casa afirmando que el mito ha de expresar en forma sucesiva y anecdótica lo que es supra temporal y permanente, lo que jamás deja de ocurrir y que, como paradigma, vale para todos los tiempos, la mujer lo observa, piensa que su vida pasada es un tanto un mito, algo que al parecer vale para todos los tiempos…

El gato salta del diván y va al encuentro de la mujer quien le cuenta que ha encontrado presocráticos en bolitas, por lo que le sirve en el tazón a aquellos que consideraron el mito de un modo ambivalente. Por un lado, descartaron el mythos en nombre del logos. Por otro lado, hicieron crecer este logas sobre el suelo de un previo mythos. El gato siempre ha gustado de la comida circular, por lo que se relame los bigotes.

La mujer deja al gato con su comida circular y se instala en el diván, los sofistas la rodean, dado que tendieron a separar el mito de la razón, pero no siempre para sacrificar enteramente el primero, pues con frecuencia admitieron la narración mitológica como envoltura de la verdad filosófica… mientras los sofistas rodean a la mujer y discuten aparece Platón, que consideró el mito como un modo de expresar ciertas verdades que escapan al razonamiento.

El televisor instalado frente al diván se enciende, como es costumbre, según su voluntad y anuncia neoplatónicos en cubitos, almacenados en una caja en donde Salustio considera, en su tratado Sobre los dioses y sobre el mundo que los mitos pueden representar a los dioses y las operaciones efectuadas por los dioses en el mundo, por lo que en la caja se puede leer la siguiente leyenda: (Περί θεών χαΐ κόσμου). El gato al parecer no ha escuchado nada, los presocráticos en bolitas lo tienen particularmente entusiasmado y atento.

El reloj decide que los minutos aburridos son tediosos de marcar, por lo que sumerge a todos los habitantes de la casa, escarabajo incluido, en la Antigüedad y en la Edad Media por aquello de que en ellas se prestó particular atención al contenido mismo de los mitos y a su poder explicativo.

Sin embargo, los minutos de antigüedad tienen que terminar porque no pocos autores modernos entran por la puerta de la cocina y se niegan a considerar los mitos como dignos de mención; la "verdadera historia", proclaman, no tiene nada de mítico. El reloj les marca un minuto ambiguo, entre la antigüedad y el renacimiento, en donde en otras palabras, los mitos fueron considerados como "hechos históricos": su "verdad" es una "verdad histórica". Al siguiente minuto aparece Voltaire, quien, no obstante su mitofobia, no descuidó los mitos cuando se trataba de describir el pasado histórico. El reloj deja los minutos, suspende al tiempo y la araña piensa que esto del correr del tiempo no es más que un mito inventado por alguien desconocido.

La mujer continua en el diván tratando de desenredarse la palabra mito de su cabello, pero Vico la interrumpe, dado que para él, el mito es un modo de pensar que tiene sus propias características y que condiciona, o por lo menos expresa, ciertas formas de vida humana básicas, identificando el modo de pensar mítico con el modo de pensar poético. El gato ha terminado con los presocráticos en bolitas, por lo que salta al diván con Schelling enredado en una oreja, quien estimó que la mitología es una forma de pensamiento que representa uno de los modos como se revela el Absoluto en el proceso histórico: el mito es, por tanto, revelación divina. Al gato le agrada esto, aunque al reflexionar por un momento se da cuenta de que quizá el ser poderosamente divino solo sea un mito… la mujer lo observa y trata de tranquilizarlo, pero el gato huye al jardín.

El reloj ha perdido a la manecilla grande por lo que marca épocas y no minutos, así la época contemporánea los hace a todos dudar del presente y se dan cuenta que en dicha época ha prevalecido el estudio del mito como elemento posible, y en todo caso ilustrativo, de la historia humana y de ciertas formas de comunidad humana.

La mujer hojea de nuevo al libro rosado y este le dice que la formación de mitos obedece a una cierta especie de necesidad: la necesidad de la conciencia cultural.

El reloj encuentra a la manecilla grande, al parecer la araña la tenía guardada para seguir horadando la hendidura, así que regresan los minutos, demostrando que no son un mito, al menos no del todo; el televisor que se enciende a voluntad se ha apagado de nuevo, el gato regresa del jardín afirmando que el que sea poderosamente divino sea un mito, es bastante seductor, por lo que salta al diván, la mujer se percata de que no encuentra al escarabajo que quería ser epistemológico, se pregunta qué tan mítico es que los escarabajos vuelen al atardecer… la palabra enredada en su cabello, por fin desaparece… así que la mujer escapa a la ciudad que le regala una tarde de verano y soledad.

4 comentarios:

  1. El pasado siempre lleva una carga de mito. Los hechos desdibujados que van perdiendo la precisión,las ilusiones desgastadas y rotas, los anhelos guardados. ¿acaso todo eso no conforma un mito existencial?

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  2. Cierto, el pasado siempre es un mito existencial, algo que nos relata lo que pasó, pero no exactamente como o porqué estamos en este punto de nuestra vida, si en realidad el deseo de continuar en la misma vida era evidente.

    Sin embargo, en ocasiones tenemos que dejar que los mitos existenciales se instalen a nuestro lado para que todo vuelva a tener sentido.

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  3. Mitificamos al pasado para darle significado a nuestro presente.
    El haber vivido sin importaranos las consecuencias ¿acaso es tan mítico como el haberlo hecho concientes de dichas consecuencias, y más cuando éstas fueren mortales, letales y fatales?

    Estamos inmersos en la búsqueda de un papel protagónico en un mito que forjamos con algo más que palabras.

    Para construir nuestro mito existencial, para conquistar un lugar en el imaginario colectivo o individual, es necesario mucho más que obrar en autos o construir edificios que lleven nuestro nombre...

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  4. Mitos imposibles de adivinar perdidos en un pasada inimaginable.

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