jueves, 14 de abril de 2011

Divagaciones Coaccionantes




De: Laura Martínez Domínguez


La mujer descubre en el diván al libro aquel de las pastas duramente azules, los días de ausencia fueron bastos y sobrados… pero la mujer sabe que es sólo el diván quien lo añora, ella debe lidiar con él, cual cotidianidad.

El gato trae en una patita pegada una palabra, la mujer la descubre y resulta coaccionante… la mujer abre el libro aquel de las pastas duramente azules y le dice que coacción viene del Latín coactio-onis: es decir, cobro extracción… también de coacto, are: compelir. La mujer lee que significa el empleo de la fuerza o violencia sobre un individuo para que éste haga alguna cosa.

La mujer deja al libro sobre el diván mientras el reloj marca un minuto más para el olvido o para la costumbre según sea el enfoque. La araña ha descubierto una hendidura en el reloj y se afana en perforarla, lleva 420 minutos en su empeño y aun no ha logrado gran cosa.

La mujer le sirve al gato en su tazón algo de lenguaje jurídico, que dice que por coacción se entiende, en términos generales, empleo de la fuerza de que dispone el orden jurídico. El gato no está del todo convencido con el sabor del lenguaje jurídico, por lo que pide una siguiente ración, que dice que tal expresión alude al carácter coactivo del derecho que reside en el hecho de que emplea la fuerza para regular la conducta humana… el gato sigue sin estar convencido, pero la mujer le advierte que no más lenguaje jurídico, al menos en su tazón… el gato apela la decisión, pero la mujer no se deja coaccionar.

La araña abandona por un momento la hendidura, observa cómo Hart entra por la puerta principal diciendo que la forma más simple en la que un individuo se ve constreñido a hacer lo que el otro desea es cuando se está amenazado con consecuencias desagradables si rehúsa.

Al parecer en esta ocasión, los juristas no harán lo mismo que los filósofos que simplemente dicen una oración o un concepto y salen por la puerta de la cocina, sino que al parecer han decidido instalarse en la sala para charlar cómodamente mientras el reloj asesina un minuto tras otro.

Por lo que después de Hart llegan Kelsen y Weber quienes afirman que el castigo, el recurso de la coacción, es el elemento enormemente persuasivo que anula o altera el cuadro inicial de las motivaciones de los individuos en todo tiempo y lugar. Por ello el derecho es descrito como monopolio del uso legitimo de la fuerza… la mujer los observa y piensa en la coacción, en esa fuerza que nos obliga a hacer aquello que otro quiere… piensa en su propia vida, en cuanta coacción le ha sido ejercida.

Kelsen continua impertérrito, y dice que el carácter coactivo del derecho resulta de la forma que este regula la conducta humana. Por tanto es en este sentido, una técnica social que motiva el comportamiento aplicando una medida de coacción que habrá de imponerse en caso de una conducta contraria.

La araña reanuda su labor con la hendidura aunque sabe que está perdiendo el tiempo, a lo cual el reloj le responde con una hora que por ser pasada es irrecuperable.

La mujer escucha que la puerta principal se abre de nuevo y entra Oberdiek quien dice que la sanción es un daño sustancial físico o psicológico. Kelsen le contesta diciendo que la sanción es un acto de coacción, toda vez que es resentida como un mal, una desventaja, la cual se aplica si es necesario mediante la fuerza física.

La mujer liga, sanción con coacción, el gato afirma que su tazón requiere algo de filosofía en lata, la mujer hace caso omiso a la petición del gato, se da cuenta de que ha tomado asiento Bobbio, por lo que Kelsen y Raz afirman que las sanciones, asi como los actos coactivos que no tienen tal carácter, son instituidos por el orden jurídico; son socialmente inmanentes e institucionalizados: establecidos y aplicados por instituciones jurídicas cuyos actos jurídicos se atribuyen al orden jurídico estatal… la mujer ríe, siempre le ha encantado como es que la jurídica se come a sí misma… el gato oye la palabra comida y corre a su tazón esperando encontrar un poco de filosofía, la mujer le responde que si está dispuesto a comer más lenguaje jurídico, su tazón estará lleno.

Lo cierto es que el gato tuvo que aceptar el trato, la araña se da cuenta que no hay manera de hacer más con la pequeña hendidura por lo que se cuelga de la manecilla grande y ve como el escarabajo que quiere ser epistemológico duerme en la mesita, aun con el peligro de que cualquiera de los juristas ponga su taza sobre él.

Hart vuelve a intervenir y les dice que no cabe la menor duda que la característica más general y relevante del derecho en todo tiempo y lugar es que su presencia indica que cierta conducta humana deja de ser optativa.

El reloj marca un minuto un tanto medieval y Santo Tomas de Aquino dice que la noción de derecho contiene, primero que es una regla, segundo poder coactivo… el si hace lo acostumbrado y desaloja la sala por la puerta de la cocina.

Se sienta Bentham y dice que con independencia de si la sanción es un elemento esencial o de definición de toda norma jurídica, el carácter coactivo es prácticamente indiscutible. Entra la doctrina y los hace distinguir entre las normas que imponen sanciones: normas sancionadoras dice Bentham, normas primarias afirma Kelsen y normas de obligación concluye Hart.

La mujer piensa en la sanción y en el hecho de que se pueda pensar en abstracto, como el establecimiento de sanciones o en concreto como esa imposición de sanciones y la ejecución forzada.

El gato protesta por la coacción a comer lenguaje jurídico, la mujer se despide de los juristas afirmándoles que deben de desalojar su sala de manera no coercitiva; el escarabajo por fin despierta, pero al ver que no había epistemología en el ambiente vuelve a dormir, la araña ha olvidado la hendidura y el reloj le marca un minuto a la mujer que le avisa que es tarde…

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