lunes, 24 de octubre de 2011

Divagaciones y Quiddidad.




De: Laura Martínez Domínguez.

El reloj marca un minuto que suena clandestino, e incluso prohibido, la mujer lo escucha y sonríe con vileza… el gato la mira y se pregunta qué tramará… la mujer no responde.

El escarabajo despertó con la intención de volar el día entero, por lo que acomodó sus patas de la manera correcta y emprendió el vuelo, aun y con las protestas del reloj por ignorar que aun no era antes del atardecer.

De pronto la araña grita porque de una de las manecillas del reloj cuelga algo extraño que algunos osan en llamar quiddidad, todos la miran con interrogación y el libro rosado les dice que dicha expresión aristotélica significa literalmente "lo que era antes de haber sido" o "el que era un ser"… todos opinan al unísono que el libro rosado despertó particularmente confuso… como siempre.

El reloj marca el siguiente minuto clandestino y con él llegan los árabes quienes introdujeron otros términos para lo que llamamos 'esencia' o algunos modos de ser esencia; sin embargo, alguien, aparentemente sin rostro dice a lo lejos Huwiyya (que se ha traducido por "ipseidad", ipseitas), uno más grita Anniyya (que corresponde más o menos a lo que se ha llamado haecceidad, haecceitas), y otro totalmente fuera de turno dice Süra (que corresponde a forma), todos los habitantes de la casa miran a los árabes y les recomiendan que se pongan de acuerdo.

En ese instante entra A.-M Goichon y dice que Mähiyya designa la substancia individual, la substancia- sujeto. La araña colgada del numero 6 se pregunta cuál será su esencia, quizá las arañas carezcan de ella. Avicena le dice que esta substancia, cuando es designada mediante un término abstracto, en cuanto se toma por oposición a la substancia segunda o substancia- atributo. El reloj le marca un segundo francamente burlón, dado que aun no resuelven su duda.

El libro rosado dice que en todo caso, y por encima de que las arañas tengan esencia o no; Mahiyya parece corresponder casi punto por punto a tb τί ην είναι, expresión que ha sido traducida por quod quid erat esse. Esta expresión responde a la pregunta quid est, a diferencia de cualquier expresión que corresponda a la pregunta an sit, es decir, a la pregunta acerca de la existencia.

La mujer se dirige hacia el diván anaranjado pensando en su propia esencia, pero camino al diván, se encuentra con el pensamiento de Avicena, en donde la existencia se distingue de la esencia porque la existencia es accidental, de modo que se "agrega", por decirlo así, a la esencia. La mujer ríe ante el concepto, su existencia como accidente.

El gato entra en la cocina y descubre a S. Breton escribiendo que el término quidditas ofrece grandes ventajas y especialmente la siguiente: "que la esencia, cuando se la mira desde un punto de vista fenomenológico, es ante todo una cuestión". El gato se pregunta por qué tendría que usar el vidrio de la ventana para ello.
El libro rosado aparece de nuevo y dice que quidditas —o, como transcribimos, quiddidad— puede emplearse para referirse a la esencia de un modo general, o para referirse a un modo de entender la esencia.

El reloj marca otro minuto clandestino y se dan cuenta de que Entre los diversos modos de entender la esencia como quidditas se halla la propuesta por Alberto el Grande, quien por cierto aparece en ese preciso instante clandestino y dice que la es la esencia como forma que, unida a la materia, determina a ésta en lo que es. La quidditas no es, pues, o no es necesariamente, el universal como tal, sino que puede ser el universal en cuanto determina a la cosa en lo que es, quid est.

Aparece Duns Escoto, y por su lado, utilizó generalmente para traducir la tantas veces mencionada expresión aristotélica la fórmula entitas positiva, la cual dicho sea de paso, nunca revela a los integrantes de la casa y simplemente sale por el mismo sitio por donde apareció.

El libro rosado se encarama en el diván anaranjado y dice que la expresión quidditas puede ser entendida primariamente como el qué de la cosa, y que el modo de interpretar la quidditas depende en gran parte del modo como se entienda semejante qué.

La mujer lo mira con interrogación y se pregunta cuál será su qué, aquello que simplemente la hace ser quien es, esa mujer que recibió de regalo un diván anaranjado, aparece el gato y le dice que en su tazón han aparecido los coleópteros aquellos que había prometido no comerse, la araña regresa a su búsqueda acostumbrada y olvida que quizá las arañas carezcan de esencia y solo sean arañas accidentalmente, en tanto que el reloj deja los minutos clandestinos para otra ocasión más propicia.

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