viernes, 14 de octubre de 2011

Divagaciones y Placer






De: Laura Martínez Domínguez


El reloj marca una hora abrumadoramente incierta, por lo que los habitantes de la casa lo miran interrogante, en ocasiones les gustaría que el reloj marcara una hora exacta por el simple placer de hacerlo.

La mujer piensa, mientras se instala en el diván anaranjado, en el placer, y ni siquiera sabe de dónde salió la palabra, quizá del hecho de que siempre la confunde con pasión y el personaje salido de sus sueños le hace burlas arguyendo actos fallidos.

El gato llega relamiéndose los bigotes, de los cuales también cuelgan migajas diminutas, la mujer trata de averiguar de qué se trata, pero el gato escapa hacia el jardín.

La araña despertó con la certeza de que este día no era bueno para buscar la salida, por lo que se ha abandonado al placer de tomar el sol sobre el número 4, el cual está algo lleno de polvo, dado que no recuerda haber estado nunca ahí.

Una vez más el reloj marca un segundo un tanto desconsolado porque el día de hoy los filósofos no tienen caras, sino que el gato regresa arrastrando al hedonismo, para quien el placer no sólo es moral, sino que es el fin de las actividades morales; el "placer" (sea lo que fuere) es, pues, bueno, y el "dolor" (sea lo que fuere) es, pues, malo.

El escarabajo en cambio, y negándose a volar juega con el ascetismo, que por el contrario, dice que el placer es fundamentalmente malo —especialmente si se trata del llamado "placer sensible"—, y lo moral consiste en abstenerse de placeres y en educar o "entrenar" el alma (y el cuerpo) con el fin de no correr el riesgo de abandonarse a los placeres.

La mujer los observa y se detiene un momento a pensar en el placer, en los momentos que ella suspende para poder denominarlos como placenteros, aquellos instantes que guarda en la memoria y a los cuales acude de tanto en tanto… es interrumpida por los autores a los que podemos llamar "moderados", los cuales no han descartado por entero el placer, pero lo han subordinado a otros fines, el cumplimiento de los cuales, por lo demás, ha sido recomendado, porque de algún modo produce un "placer"… la mujer los escucha y algo de incredulidad se apodera de ella, porque no puede subordinar al placer a otros fines, siempre creyó que el placer era un fin en sí mismo… aunque se detiene, porque escucha a Aristóteles diciendo que el único fin en sí mismo es la virtud… la mujer trata de reflexionar un poco mas…

Pero sobre el sillón de la sala, el gato trae a los rigoristas de un lado a otro porque han estimado que los deberes morales deben cumplirse independientemente de si produce o no placer cumplirlos; y ciertamente el gato aun no sabe si quiere ser moralmente correcto o solo abandonarse al placer hedonistamente… en ese instante llegan otros autores, menos rigoristas, pero no necesariamente hedonistas, que han considerado que el cumplimiento del deber moral por sí mismo produce cuando menos una cierta "satisfacción" que puede llamarse un "placer" — si bien, claro está, no un placer "sensible"… el gato se aleja y deja que los autores sin rostro discutan entre sí, lo que es placer; se dirige a la cocina y pide que su tazón sea llenado hasta los bordes… la mujer busca en la alacena y solo encuentra cucharadas de cultura dionisiaca, el gato agradece el hallazgo.

El reloj marca otro segundo, uno más, y el libro rosado afirma que la complejidad del problema del placer procede, de los muchos posibles usos de términos como 'placer', como 'complacerse en algo', la mujer se acomoda en el diván anaranjado y reflexiona en que para ella, el placer siempre ha sido simple, será porque lo busca en las cosas sencillas, en los pequeños hallazgos que en su vida Ionesca siempre aparecen.

El gato regresa de la cocina afirmando que la cultura dionisiaca siempre es insuficiente aunque su tazón sea llenado hasta los bordes; la araña en cambio decidió que era suficiente de placer, por lo que retornó a su búsqueda de una salida, pero en su lugar encontró una melodía mezclada que dejó una Palomilla Apocatastásica, el escarabajo se ha ido, el atardecer lo sorprendió sin previo aviso y el reloj le marca a la mujer una hora exacta que le indica que es tiempo de salir a la ciudad a encontrar esos pequeños placeres de los que tanto gusta.

2 comentarios:

  1. El Placer, aquello que nos provoca el goce, esas grandes o pequeñas cosas que ocurren cuando un torrente de péptidos salidos del hipotálamo se dispersan por el cuerpo dándonos una sensación de goce y relajación.
    ¡Viva el placer!

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  2. En definitiva, me divertí mucho con este tema, dado que siempre lo confundo con la pasión, quizá no logro separarlos.

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