jueves, 24 de marzo de 2011

Divagaciones Muertas



De: Laura Martínez Domínguez.

El reloj está francamente enfadado, la mujer ha colocado frente a él a otro reloj… planea finales instantáneos para ese intruso que marca los minutos que él suspende…

La mujer ha terminado de colocar el reloj, algo en él no termina de convencerle, aparece el gato y la araña al ver al nuevo inquilino busca, con preocupación, a otra de su especie encerrada en él; al parecer aun nadie ha errado su camino de esa manera.

El gato salta al diván, sabe de las maquinaciones asesinas del reloj y quiere verlo cómodamente encaramado en el diván… la mujer trata de acompañarlo, pero descubre que Platón señala que la filosofía es una meditación de la muerte, la mujer no puede hacer menos que mirarlo con extrañeza, acaba de percatarse de la molestia del reloj y de sus turbias intenciones.

El reloj no presta atención, divaga sobre las ventajas de elegir una descarga eléctrica a una caída libre… llega Santayana quien dice que una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte, el reloj se pregunta si pensar sobre la muerte es lo mismo que pensar en darle muerte a alguien.

El gato sigue encaramado en el diván pero escucha en el jardín al sentido restringido, para quien la muerte es considerada exclusivamente como la muerte humana, el gato piensa si podría hacer una excepción y considerar también la muerte de un reloj que fue colocado por error junto aquel voluntarioso que marca horas pegajosas.

Alguien le contesta al gato y le dice que en cierto modo, podría decirse que el significado de la muerte ha oscilado entre dos concepciones extremas: una que concibe el morir por analogía con la desintegración de lo inorgánico y aplica esta desintegración a la muerte del hombre, y otra, en cambio, que concibe inclusive toda cesación por analogía con la muerte humana. La mujer ríe, los relojes también pueden morir.

La mujer regresa al diván, deja al reloj son sus acostumbrados dramas y piensa sobre la muerte, para ella siempre ha sido algo así como un cambio de nivel, como que aprendiste a vivir y pudiste evolucionar.

El libro rosado le dice que preguntarse sobre la muerte supone un análisis de los problemas relativos al sentido de la vida y a la concepción de la inmortalidad, ya sea bajo la forma de su afirmación, o bien bajo el aspecto de su negación.

De pronto aparecen en la sala el atomismo materialista, el atomismo espiritualista, el estructuralismo materialista y el estructuralismo espiritualista quienes defienden, en efecto, una diferente idea de la muerte, aunque no tienen tiempo de explicarlo dado que el reloj ha desquiciado al tiempo de tal manera que los minutos han causado algo parecido a un terremoto en la sala y los sillones han desaparecido por lo que no se pueden sentar y por tanto deciden irse.

La araña escucha a aquellos que han pensado que esta muerte es una simple cesación; otros, que la muerte humana es "la propia muerte".

La mujer le sirve estoicos en tiras al gato, y escucha como en la sala el nuevo reloj ha dejado de funcionar, su mecanismo interno no soportó la presión ejercida y decidió morir…

El reloj aliviado marca uno de esos minutos que te dan la certeza de que el futuro siempre será mejor que lo has vivido hasta ahora… la araña regresa al número 5 a deliberar sobre su propia muerte aun no ocurrida y la mujer encuentra al escarabajo sobre el último libro en el que sin escalas se sumerge.

6 comentarios:

  1. "Yo se que en cualquier lugar que vaya existe la muerte" Muerte platícame. Harp, S.

    Es que la muerte en sí es nada, precisamente la nada es lo que aterra o se ve como salvación.
    La parálisis del mundo y el fin de éste para quien deja de pertenecer a él.

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  2. "Nacer es un sacrificio, morir no tiene igualdad, al Ser Supremo le aviso: ¡No estoy de conformidad! Aunque morir sea preciso"
    Harp, S. El solito

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  3. "El hombre/la mujer, sabe que va a morir, y que al hacerlo va a ser nada durante mucho, mucho tiempo"
    ...y luego tal vez vuelva a nacer y será una ballena.

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  4. No, si vamos a volver a nacer que sea en una ballena, pero una orca, porque además de todo son elegantes, y juegan en el agua maravillosamente... dime ¿Cómo no desear ser una ballena?

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  5. ¿Quien dijo que un club de lectura al morir no puede reconstituirse en largas travesías interoceánicas y juegos maravillosos en el agua que compartan ballena y delfin?

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