sábado, 12 de marzo de 2011

Lenguajes Divagantes




De: Laura Martínez Domínguez.


La mujer se recuesta en el diván, el gato está ausente y el reloj haciendo alarde de una exactitud recién adquirida, marca un minuto bastante alentador… el diván el día de hoy ha tomado otras dimensiones, la mujer lo siente más grande que de costumbre, como si hubiese algo que turbase su pensamiento y no fuese capaz de explicar con palabras.

Llegan muchos pensadores griegos equiparando de algún modo lenguaje y razón: ser un animal racional significaba en gran parte ser un ente capaz de hablar y al hablar reflejar el universo. La mujer no abandona el diván, pero los escucha con atención, y piensa en si ha dejado de ser racional o simplemente este día las palabras huyeron junto con el gato.

La araña al buscar la salida del reloj, como cada mañana, encuentra a los sofistas examinando al lenguaje tanto desde el punto de vista gramatical como retorico y humano. La araña no sabe qué era lo que pretendían, sin embargo, los sofistas no contestan.

El reloj marca varios siglos al unísono y todos logran escuchar como en la Edad Media las cuestiones relativas al lenguaje fueron tratadas dentro del marco de las investigaciones lógicas… la mujer piensa que en ocasiones a su lenguaje se le escapa la lógica y no logra ser el animal racional que se supone que es. El reloj vuelve a marcar siglos, dado que ha perdido el péndulo, por lo que aparece la Edad Moderna, el gato y Urban arrastrado por él, diciendo que existen dos actitudes respecto del lenguaje: una actitud de confianza en el lenguaje y en su poder lógico y una actitud de desconfianza respecto al lenguaje.

El gato piensa que las actitudes deberían venir en grandes cajas, cuyo contenido sea redondamente delicioso, algo así como círculos infinitos de sabor… Urban continúa y dice que la primera actitud es representada sobre todo por los racionalistas y la segunda es representada sobre todo por los empiristas y en especial por los que fueron, además, nominalistas. El gato sale en busca de la mujer, en el camino, encuentra a los empiristas, quienes solieron tratar el lenguaje extensamente, lo curioso es que en ese momento cuelgan de su cola Hobbes, Locke, Berkeley y Hume, el gato se percata de ello y corre para deshacerse de ellos.

La encuentra aun en el diván, con las ganas inmensas de no abandonarlo hasta que dé con la palabra exacta, hasta que el diván vuelva a tener las dimensiones correctas. Llegan el gato, Vico y Herder, quienes se interesaron ante todo por estudiar el modo o modos como el lenguaje surge en la sociedad a lo largo de la historia; el gato los interrumpe diciendo que la historia de su tazón es que en este preciso momento esta vacio… la mujer accede a llenarlo, buscando en la cocina neopositivistas redondos e infinitos quienes sobresalen en el interés por las cuestiones relativos a la estructura del lenguaje… el gato encantado de la redondez se relame los bigotes.

El reloj al abandonar los siglos, marca minutos de un pasado que aun se cuela entre las hendiduras del dolor, entre el recuerdo que revive una y otra vez, la araña cansada de buscar se instala en el numero 5 y desde la traición y la deslealtad de las horas vividas, sale Heidegger diciendo que en él el lenguaje aparece bajo la forma del habla, como uno de los modos en que se manifiesta la degradación o inautenticidad del Dasein. La mujer en esta ocasión no quiere oírlo, le recuerda a la deslealtad. Por lo que Heidegger se ve obligado a abandonar el diván.

La mujer oye cómo se abre la puerta de la cocina y cómo Wittgenstein toma asiento, la mujer abandona el diván y lo acompaña, este le dice que el lenguaje aparece primero como una especie de impedimento para conseguir el "lenguaje ideal" en donde la estructura del lenguaje corresponde a la de la realidad. La mujer se pregunta si podrá dimensionar una realidad sin lenguaje.

Sin embargo, varios autores se sientan alrededor de la mesa, piden galletas y afirman que el pensamiento y el lenguaje son una y la misma cosa. Pensar y hablar… la muer piensa, pero no logra hablar ¿será esto acaso una manera de lenguaje? La mujer vuelve al diván, pero se encuentra con los filósofos que se han preocupado sobre todo de las cuestiones suscitadas por la estructura del lenguaje, por la relación entre lenguaje y pensamiento, lenguaje y realidad. Todo es a la vez lo mismo y tan ajeno.

La mujer tiene que salir, el diván ahora tiene dimensiones descomunales y no le importa que ciertos autores arguyan que el lenguaje es capaz de falsificar el pensamiento por ser incapaz de seguir las visiones de fondo de la realidad proporcionadas por la intuición.

La mujer toma sus cosas, y ante el asombro expresado por todos, reloj incluido, cierra la puerta y sale a buscar las palabras exactas, para que su pensamiento se traduzca en el lenguaje que le indique que el ultimo bosque aun existe.

2 comentarios:

  1. El lenguaje es esa forma artificiosa de intentar explicar el mundo con signos acordados. Pero definitivamente yo no estaría dispuesta a salir del brazo de Wittgenstein para disertar sobre lenguaje. Tal vez le voy mas a Saussure con su signo lingüístico.

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  2. Hay un consenso entre las personas para el uso del lenguaje que usamos, pero el significado de las palabras, signos y simbolos no es unívoco ni absoluto, y su precisiòn es en realidad difusa, un sistema abierto que propicia los intercambios, las divergencias, las incomunicaciones, y las imprecisiones, pero son el medio exacto para divergir, discrepar, coincidir, compartir... para vivir el milagro de la comunicaciòn que tiene un poder innegable, ejercerlo como derecho ganado y otorgado, un derecho heredado por milenios que nos permite pensar la vida, entenderla, reconocerla, identificarla, definirla en la medida de lo posible, en la medida de la osadía a la que nos atrevamos pensar y expresar en ese lenguaje que ya conocemos, que desarrollamos o que apenas aprendemos.

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