martes, 22 de febrero de 2011

Divagaciones Conscientes



De: Laura Martínez Domínguez

La mujer lee a una autora hasta ahora desconocida y el porvenir le trae recuerdos, escucha la misma canción una y otra vez… sabe que lo hace a propósito, se percata del hecho y el libro rosado le dice que tiene conciencia.

La mujer busca la palabra en el libro rosado que se empeña por interrumpir su lectura y descubre que el vocablo conscientia significa percatación y que la conciencia se deriva precisamente de ese vocablo. De pronto la araña tiene una conciencia psicológica, por lo que se percibe de su yo por sí mismo; el escarabajo instalado en la mesa de la esquina del diván sueña con ser epistemológico, se imagina primariamente como el sujeto del conocimiento; en tanto que todos esperan que esa conciencia con frecuencia llamada yo sea tan metafísica que un cerdo aparezca y desaparezca por el vano de la puerta.

El gato aparece con Plotino, quien a pesar de la resistencia del gato, le dice que el carácter interno de la conciencia la distingue de las otras realidades… el gato se pregunta si él quiere tener conciencia.

El reloj marca un minuto sin sonido, dado que no posee péndulo y San Agustín y Santo Tomas se inclinan hacia algo que podría ser el vacio y sin embargo no es más que a una concepción naturalista de la conciencia… un minuto más sin sonido y Descartes se inclina hacia una concepción de naturaleza intencional e intimista.

La mujer los observa con curiosidad, se pregunta porque les habrá dado por inclinarse… no tiene tiempo, llega Kant estableciendo una distinción entre la conciencia empírica y la conciencia trascendental… nadie logra escucharlo al parecer alguien le ha puesto un péndulo al reloj y ahora marca minutos más ruidosos de lo conscientemente tolerables.

Hegel afirma que la conciencia abarca la realidad que se despliega a sí misma, trascendiéndose a sí misma y superándose continuamente a sí misma. Esto lo dice mientras le abre la puerta a Bretano quien concibe la conciencia como intencionalidad… la araña se pregunta por qué no podrá salir del reloj y empezar a tener una conciencia de sí misma intencionalmente diferente… el reloj fascinado con su péndulo marca un minuto más.

Sartre ocupa el diván, juega con el escarabajo quien ya se sabe epistemológico e insiste en el carácter intencional de la conciencia, en la imposibilidad de definirla por medio de categorías pertenecientes a las cosas. Siendo la conciencia un dirigirse a su relación con la realidad… la mujer lo mira con suspicacia, nunca lo logra entender con cabalidad, Sartre lo sabe, tiene conciencia de ello, por ello se instala en su diván, la mujer le dice que la próxima vez lo invita a la cocina.

El gato encontró a Bergson quien le dijo que la conciencia significa por lo pronto memoria… el gato lo atusa con la patita húmeda, dándole la razón siempre sabe que si es consciente del hecho, sabrá como atusarlo adecuadamente.

La mujer piensa en la conciencia, en ese saberte a ti mismo, en ese percatarse de quienes somos, de lo que sabemos… piensa incluso en sí misma y se pregunta cuan consiente es… el gato salta al diván y le dice que es consciente de que es poderosamente divino, la mujer le ofrece que su tazón sea llenado de escolásticos por aquello de la congruencia; sin embargo, mientras se dirigen a la cocina, aparece William James quien niega la conciencia… la casa entera se paraliza, incluso el reloj pierde el péndulo recién adquirido, la araña salta a una manecilla y olvida la razón por la cual lo hizo.
La mujer y el gato se preguntan con cuanta vehemencia se podrá afirmar semejante cosa… nadie responde, los filósofos han salido por la puerta de la cocina, solo quedan William James y Sheler quien parece apoyarlo al afirma que tener conciencia seria en este caso, un padecer y la absoluta conciencia de sí mismo, el padecimiento absoluto.

La mujer los despide a todos, negación y afirmación de algo que damos por sentado siempre es confusamente abrumador, como si al saberse tuviese que desconocerse… le sirve al gato un poco de escolásticos, el gato no sabe si comerlos o empezar a pensar que no es poderosamente divino; el reloj piensa que su péndulo fue tan real como la conciencia de William James, la araña se acomoda en el numero 8 para sentir el infinito y la mujer regresa al diván.

2 comentarios:

  1. Es un hecho que la realidad está inevitablemente ligada a la conciencia de uno mismo.
    Entonces ¿cuando se llega a tener la conciencia total y absoluta de uno mismo, de lo que somos y de lo que sabemos?

    Si no sólo la realidad está en constante transformación, sino que nosotros mismos también estamos en continuo cambio, en constante aprendizaje, influenciados por decisión e incluso aún sin saberlo, entonces, alcanzar la total y absoluta conciencia de uno mismo es una empresa que se antoja no solamente ociosa sino absolutamente inalcanzable, incluso insoportable.
    Tan pronto sabemos algo, ya hemos cambiado ...¿será cuando la realidad se detenga ante nuestros ojos, porque nosotros mismos nos hemos estancado, el momento en que por fin llegaremos al completo conocimiento de lo que somos?

    Será ese momento en el que por fin alcancemos una conciencia absoluta y total de nosotros mismos, cuando la única alternativa posible sea el desconocernos; pero entonces seguramente ese autodesconocimiento será debido a la vergüenza y el asco de nosotros mismos, por habernos atascado en el lodo que supone la náusea de la existencia sinsentido.

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  2. Un filósofo dijo que la absoluta conciencia de nosotros mismos, es el padeciemiento absoluto, quizá por ello a veces no quisieramos saber quienes somos... quizá por ello en ocasiones la enajenación se nos presenta cómo la salida más viable... un salir a la calle y no darte cuenta de lo que sucede, un pronunciar palabras sin saber siquiera que no existen, un inventarles significado a palabras que distan mucho de ser lo que eso que inventamos...
    La conciencia, en cierta parte si es ese padecimiento absoluto, que nos estrella contra la realidad, contra el absurdo del día a día, contra los antiguos prejuicios.
    Yo a veces sueño con ser uno de los ganzos que come maíz en el patio de Penelopea...

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